Cervantes no perdió un brazo para que tú cantaras en inglés

No soporto a las bandas españolas que cantan en inglés. Cuando me entero de que el telonero de alguien a quien quiero ver es una banda española que canta en inglés, corro al baño de la sala. Me saco un limón del bolsillo –hay que ir preparado a un concierto- y me lo exprimo en las pupilas. Después salgo del baño y escucho a la banda. eclipseseal.com – methenolone enanthate cycle for sale La urgencia domina este rito: tengo algo que comprobar. A los dos o tres minutos salgo de la sala negando con la cabeza. La conclusión sigue estando clara: prefiero bañarme los ojos en limón a escuchar a una banda española cantando en inglés.

En la calle hago aspavientos. Pongo mirada de Mourinho y le grito al aire: ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ CANTÁIS EN INGLÉS? En serio, ¿qué lleva a alguien que vive en un país en el que el presidente dice cosas rollo it´s very difficult todo esto a cantar en inglés? Tío, Cervantes no perdió un brazo para que tú cantaras en inglés. En ese momento tengo un brote psicótico a lo Walter Sobchak y algún colega me pone una chaqueta sobre los hombros y me dice que ya pasó todo. Aquí hay que parar un momento.

RAZONES QUE SUELEN DAR LOS MÚSICOS ESPAÑOLES PARA CANTAR EN INGLÉS:

Hombre, cantamos en inglés porque la música que escuchamos está cantada en inglés, y entonces nos sale así.

-Pues la verdad es que cantamos en inglés porque es más fácil cuadrar las letras con la música.

-Te seré sincero: cantamos en inglés porque tenemos el C1 y hemos veraneado en Manchester desde que teníamos 12 años. Cantamos en inglés porque queremos que nuestra música no llegue a todo el mundo, nos mola ser underground.

-No cantamos en inglés, nos inventamos palabras.

En esa lista hay dos supuestas razones para cantar en inglés que no le he escuchado a nadie. Si quieres encontrarlas no te guíes por la sensatez: las cuatro son auténticas idioteces. En la música popular –y música popular se puede sustituir aquí por  pop y rock– no hay nada escrito, las cosas no tienen por qué hacerse de una manera determinada. En pocas disciplinas artísticas el canon existe de una forma tan clara para pasárselo por el forro: “El rock no tiene que ser nada”, dijo Josele Santiago. Cierto. A partir de ahí, esto va de honestidad. Ok, no todo va de honestidad: quítame el synth pop y el metal de dragones y doncellas y ciertos amaneramientos de la new wave y del glam. Quitados. A partir de ahí, esto va de honestidad. Y no me creo a una banda de  Lorca cantando en inglés. Y ya si cantan sobre suelas-de-botas-llenas-de-mierda-de-vaca-y-de-carreteras-solitarias-y-de-tortitas–y-de-partidos-de-béisbol-del-pequeño-Jimmy-el-domingo-por-la-mañana, para qué decirte. Cantar punk en inglés habiendo nacido en Albacete es más fraudulento que Lance Armstrong. Ahí está el indie noventero. ¿Cuántas bandas han trascendido? ¿En qué idioma cantaban? AJÁ.

Cantar en inglés en un país en el que la mayoría no sabe conjugar el verbo to be es un acto elitista. Puro individualismo. Puro liberalismo. Si a la música le queda alguna posibilidad de agitar mentes y de crear comunidad, todo pasa por cantar en castellano. Todo pasa por reivindicar la dimensión épica de lo cotidiano y lo local sin mirar por encima del hombro. En ningún sitio se entendió esto tan bien como en Argentina. La principal razón por la que el rock argentino siempre ha estado por delante del español es que fue capaz de trazar un relato. En esa historia fundacional, el pilar básico es la puesta en valor del castellano. Yo quiero a una banda murciana que me hable de lo que pasa en la puerta del Mercadona de La Fama. No me importa una mierda lo que tenga que decirme un tío de Los Ramos sobre el Misisipi. Ese arraigo es lo único que permite trascender a la música. Ya recibimos suficiente caudal anglófilo como para olvidar uno de los pocos rasgos que nos permite tener personalidad.

La cosa viene de lejos: de los barros de la generación que pensó que el grunge era ponerse una chaqueta de franela y el realismo sucio, escribir con frases cortas; llegan los lodos de la generación de bandas de garaje que va a llorarle a Pitchfork porque cantan en inglés y en España somos catetos y no les hace caso ni mi colega Mario. Y no miro a nadie, miembros de The Parrots y Hinds. Lo de Hinds es el caso más claro del triunfo de la colonización cultural yanqui. Es imposible que surja algo más aseadamente americano a 6.000 km de Washington. Las señoras UNIFORMIZACIÓN y HOMOGENEIZACIÓN CULTURAL lloraron de alegría cuando las madrileñas publicaron Leave me alone.

Y que dice el INE que, por cada banda española que canta en inglés, muere un votante de VOX. Y, joder, de alguien habrá que reírse: no está la cosa para perder votantes de VOX. Por cierto, todavía tengo que comprobar si prefiero exprimirme un limón en los ojos a ver una banda tributo. Pero eso ya te lo cuento otro día.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ir arriba