LOS 21 MEJORES DISCOS DE 2016 (Y II)


Sigo con la otra mitad. Ya sabes, las mismas reglas que en la primera parte:
LOVE & HATE – MICHAEL KIWANUKA (INTERSCOPE)

Love & Hate coloca tan arriba a Michael Kiwanuka en la movida neo-soul que uno piensa que cualquier prefijo sobra. Sí, amigos: esto es SOUL. Tras cuatro años de silencio, el británico ha editado un disco en el que se oye a Terry Callier y Bill Withers, pero también a alguien que ha encontrado un camino. Fruto de una ruptura sentimental, en Love & Hate late esa esencia negra de resistir las penas -y expulsarlas- a través del canto. Kiwanuka ha mirado atrás y ha optado por las formas (más) clásicas: vientos, coros, órganos groove mortal, atmósferas, melodías que suenan a iglesia…ese plan. La historia es vieja, pero será inmortal mientras haya tipos como Kiwanuka que la cuenten con tanta alma.

Canción: Black man in a white world.


 –MID THIRTIES SINGLE SCENE – SCOTT & CHARLENE´S WEDDING (BEDROOM SUCK)

Alguien te dice que está hasta los huevos del indie y tú te ves obligado a darte la vuelta y salir corriendo, porque la otra opción es meterle la mano por algún orificio y agarrarle el corazón. Esa persona considera que tienes buen gusto, y reacciona preguntándote que cómo es que te gusta Izal. A ti se te nubla todo y te despiertas en casa a las doce horas. Necesitas escuchar el tercer disco de Scott & Charlene´s Wedding, el proyecto más estable del genial Craig Dermody. Vuelves a encontrar emociones, melodías salvavidas, crudeza, rabia e ironía. Todo mejora. Piensas en la conversación de anoche y te acuerdas de eso que dice Carlos Pérez de Ziriza de que el mejor indie rock no se crea ni se destruye. Y que lo otro, ya tal.

Canción: Don´t bother me.


SU NOMBRE REAL ES OTRO – FUTURO TERROR (BCORE)

Voy a muerte con Futuro Terror. Su punk medio ramoniano medio ochentero es de las cosas más guapas que le han pasado a la música en castellano en el último lustro. En su segundo disco, el trío alicantino vuelve a correr por el camino de las canciones cortas, las guitarras en modo Gillette,  el corazón pop, la inteligencia, el ensalzamiento de héroes (gloriosa esa adaptación al castellano de She´s the one) y la rabia. Encima, los cabrones han escrito el estribillo de una década. Si su primer disco ya era gloria bendita, en Su nombre real es otro escupen la sublimación de la fórmula. Y tiene pinta de que solo se están aclarando la garganta.

Canción: Burguesía Records.


GRAPEFRUIT – KIRAN LEONARD (MOSHI MOSHI)

El octavo largo de este geniecillo mancuniano es una definición perfecta de casi todo lo que hace al pop el mejor invento de las últimas tres eras geológicas: pasional, juvenil, arriesgado, inteligente, chicletoso, imprevisible…el resto de adjetivos siguen denotando gloria eterna. En Grapefruit, Kiran Leonard se pasea por un saco de influencias (aquí están, matándose a palos por un par de centímetros, Jeff Buckley, Thurston Moore, H. P. Lovecraft, Gareth Liddiard, Rufus Wainwright, Warren Ellis y otro par de millones más) e intenta hacerlas suyas. En algunos momentos no lo consigue y el disco resulta histriónico y excesivo, pero la mayoría del tiempo Leonard se convierte en un hombre de mil caras que perturba y enamora a partes iguales. Imposible no aplaudirle.

Canción: Pink fruit.


 HOLOGRAPHIC VIETNAM WAR – GIORGIO MURDERER (POW POW)

Este disco es raro. Si lo escuchas sin atención, lo más normal es que pienses que estos son solo otros cuatro mataos que una vez hicieron punk y ahora quieren sonar modernos y que ya sabes cómo acaba la historia y blablablá. El tema es que es necesario cambiar el punto de vista: Giorgio Murderer no quieren acercar el punk a la electrónica -esa movida se les antoja demasiado compleja-, lo suyo va de trazar el camino contrario, empujar la electrónica hacia el punk. El resultado es un disco que suena a banda formada por todos los juguetes rotos de Blade Runner: chatarrero, distópico, visceral, descacharrado y sorprendentemente -debajo de muchas capas de mierda con botones- emocional. Y más contagioso que el virus de la puta varicela, que esa es otra.

Canción: Get murdered by a robot.


 –A WEIRD EXITS – THEE OH SEES (CASTLE FACE)

Seguir el ritmo de John Dwyer es jodido. Asumámoslo: lo más normal es que en algún momento perdamos el hilo y nos despeñemos y nos convirtamos en un felpudo. Y el caso es que este año solo ha editado dos discos de estudio y un directo, pero no me puedo librar de la sensación de que llevo tiempo sin masticar los matices de Thee Oh Sees, los escucho y la conclusión siempre es la misma: lo siguen petando, pero puedo decir poco más. Quizá ese comentario sea significativo de quién es John Dwyer: si un tipo consigue publicar como mínimo un disco que alcance la excelencia cada año…es que son palabras mayores. El primer álbum de Thee Oh Sees grabado con dos baterías suena a salvación: garaje, psicodelia, marcianos, virus, guitarras benditas, ritmos rompe caderas…A weird exits es otro día en la oficina. Tela.

                                                     Canción: Plastic plant.


 CITY SUN EATER IN THE RIVER OF LIGHT – WOODS (WOODSIST)

Woods es ese extremo que se mete hacia adentro y marca. Siempre hace la misma jugada. El lateral, como el resto del puto mundo, lo sabe, pero el extremo siempre acaba haciéndola. Y él, resignado, mira al suelo y coloca los brazos en jarras. Lo bueno es que en el caso de Woods no tienes que desear tu propia evaporación, lo más normal es que salgas de tu habitación y te pongas a abrazar a todo dios. En City sun eater in the river of light hay trazas jazz y reggae, pero estos siguen siendo los Woods de siempre, esa banda que factura un folk rock de ventanas abiertas con un carisma, brillantez y personalidad -algunos retrasados les tildan de predecibles- tales que a ti solo te queda bajar al chino y meter las palomitas al microondas. Los cabrones no fallan.

Canción: The take.


NACIÓN SUBTERRÁNEA – SCHWARZ (GOECIA/VERLAG SYSTEM)

Algunas personas dicen que es un tópico eso de estar escuchando un disco y saltar y gritar y agarrar tu propia cara porque sientes que esa música te está follando el cerebro. Pues bien, tengo una noticia: esas personas están muertas y ese estado de euforia existe. ¿No te lo crees? Escucha este disco, es una puta locura. Después de cuatro años de silencio y de un cambio en la batería (César Verdú por el canino Fran del Valle), Alfonso Alfonso ha puesto a punto la maquinaria de Schwarz con un disco oscuro, místico y tribal. El tío recurre a unas coordenadas que no dejan de ser rock-espacial, kraut, psicodélico, progresivo, electrónico o lo que quieras- y se las arregla para que tú, en pleno 2016, te sientas con fuerzas de matar a palos a esos capullos que dicen que ya está todo inventado. Brindemos por él.

                                                     Canción: El propósito es el fuego.


 – HUMAN PERFORMANCE – PARQUET COURTS (ROUGH TRADE)

Parquet Courts es la banda más especial de su generación. En lo que va de década -y seguramente de siglo- nadie ha conseguido mezclar con tanta inteligencia unas influencias ya de por sí gloriosas (Velvet, toda la movida CBGB, escuela Matador) con un espíritu crítico que les obliga a estar en constante revisión. El resultado es eso a lo que todos aspiran y muy pocos consiguen: un lenguaje, un universo, una voz propia. En Human Performance, los americanos bajan la velocidad por momentos y vuelven a estamparte en la cara otra postal del mundo en el que vives: cafés fríos, coches que te calan al pasar, curros de mierda, kebabs putrefactos. Tienen clarísimo que ahí, en esa épica cotidiana, esta uno de los grandes secretos.

Canción: Human performance.


BROW BEAT – NAKED LIGHTS (CASTLE FACE)

En apenas 20 minutos, Naked Lights recuerdan que el término post-punk contiene el término punk. Parece una gilipollez, pero se antoja necesario cuando la gran mayoría de bandas que recurren a esta época han acabado siendo una copia barata de Interpol, que ya eran unos Joy Division caducados de Hacendado. Las californianas recuperan esa corriente que apostó por una vanguardia sonora dentro desde el prisma de un espíritu punk. Las influencias obvias son Slits y Raincoats, pero aquí también huele a No-wave, Residents o Young Marble Giants. Caos, rabia, bajos que amenazan con saltar de una canción a otra, guitarras con filo y baterías que parece que van a otra cosa y al final no. Un (necesario) puñetazo en el estómago.

Canción: Machine.

3 comentarios en “LOS 21 MEJORES DISCOS DE 2016 (Y II)”

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