WAM 2017: No puedo. -¿Por qué?. -Porque no la tengo

La ansiedad me come. Todo el mundo va al festival más guay de Murcia y a mí no me han acreditado. Nuestro objetivo era hacer una crónica a cuatro manos y a pie de campo. Escribir para los oyentes y no para los asistentes; para el público y no para las empresas. Este año daban menos pases de prensa así que mi objetivo es colarme. Intento justificar mis actos diciéndome: Javi, no te gusta ni un puto grupo, no es robar, solo vas a «trabajar». Tras una hora y medio litro abandonado me llaman al teléfono. «No puedes estar fuera, salgo». Y entro.

He perdido un día de trabajo y sueldo por estar aquí así que intento ser optimista. No encuentro a Santini, pero sí a Future Islands. Se solía decir que el futuro de la música pasaba por incluir la electrónica; así ha sido y a los que todavía no han dejado de ser unos expertos les encanta calzarse las Converse e ir a sus conciertos. Cada batería parece un sample, los teclados sueltan brillantina, y las guitarras suenan a nave espacial sin punto de aterrizaje. Pura estética para una era esteta. Una canción de 1 hora con algún gutural para que el oyente pueda sentirse transgresor de camino a White Lies. Rafa, Marina, Nacho, Carolina, Manu, Elisa, todos dicen que es un coñazo, pero aquí estamos. Me pregunto cuánta gente estará en la misma situación, sea cual sea la situación. Yo sigo sin saber dónde está el puto Santini y ya empieza Belako. Las canciones están bien hechas, la actitud bien tomada, pero no saco la cámara. ¿Para qué coño me he colado? ¿Para qué está acreditado Santini? Es el WAM, el sucesor del SOS 4.8, los medios deben de estar aquí, pero si la propuesta es esta, ¿qué sentido tiene ser el figurante nº 45.999 de esta edición?

Lleva así 10 minutos | Javier Arnedo

Colarse en un festival es un arte que no suelo practicar. Conforme daba la vuelta a la Fica me acordaba de esos amigos que han nacido para esquivar las taquillas. Son como ratas capaces de cavar un agujerito y perder tres dientes por no pagar 3€ de entrada. Yo analizaba mis posibilidades: tendrías que haber venido durante el montaje cuando no había seguratas y hacer un estudio de los puntos débiles por donde entrar. Me vi corriendo por delante de ellos, hasta pegándome, hasta suplicando. Esto no es tan diferente a llegar a donde uno desea en la vida. Al final acabas diciendo gilipolleces conforme te bajan el sueldo, aferrado a un orgullo ficticio. Yo soy ESTE, pero a este no le queda dignidad y sigue bajando con las Converse a la farmacia pero a comprar dormidina. Se hace mayor y lucha contra un futuro que en realidad no es su enemigo. Es el ejemplo de esta crónica. ¿Dónde debe estar? ¿Aquí, en esta página mugrienta? ¿Dónde desea colarse y a qué precio?

Un festival joven para… ¿jóvenes con dinero? | Javier Arnedo

No hay una plaga de bellas mujeres medio desnudas este año, ni bellos muchachos enseñando el calzón. Fangoria se llena de señoras y señores nostálgicos, y los mancebos incautos creen estar ante una leyenda. Son 3 veces más que en cualquier otro concierto. Dice Paco, mi conserje, que hay un 80% menos de afluencia que el año pasado, que lo sabe él que vive en un quinto. Si de algo sabe Paco es de ver pasar a gente, aunque a los viejos les gusta exagerar. Quizá no tanto. En el Eroski no hay ambulancias y en el recinto ninguna pota. ¿Qué ha pasado? Dice Paco que es porque ya no se llama SOS 4.8, y quién coño va a ir al WAM ese que no sabe ni pronunciar. Paco y toda su generación beben Terry y no otra cosa. Hay muchos festivales que elegir y muy poco dinero nini que gastar, así que juegan los de casa: tanto público como grupos murcianos. ¿Será porque no hay camping este año? ¿Por el cartelazo? Lo dudo.

Alien Tango | Javier Arnedo

Consigo colarme en la parte trasera del escenario donde toca Alien Tango. Me bebo su cerveza y conozco a gente a la que, si quiero seguir colándome, debería caerle bien. Estoy un poco nervioso, no querría molestar a nadie. Aun así me subo al escenario y echo un par de fotos. Los zagales han llenado el escenario de plumas y luego van a tener que recogerlo, bronca de papá organizador incluida. Así es el rock n’ roll. Puede –no lo sé porque a penas he visto al resto de grupos que dicen diferenciarse muchísimo entre sí– que este sea el concierto más excitante. Y no es difícil porque al menos conocen sus instrumentos y lo que es una armonía. Su propuesta es tan compleja que apenas me creo que la puedan haber sacado del disco al directo. Es darle una guitarra a Zappa, un bajo a Cam Avery, una batería a Rasputin y la batuta a un Screamin Jay Hawkins vivo con plataformas y una bola disco sobre el cogote. Pecan de inmaduros en un alarde excesivo de detalle superfluo, pero con todo lo que saben, el hoyo se irá acercando más al manto y alejando de la corteza. Sin duda, el mejor concierto que uno pueda ver sobre una pista de volleyball itinerante.

Sigo bebiéndome la cerveza de los artistas hasta que caigo en la cuenta de lo inmoral que es. Solo pasaba el tiempo. No he visto a Santini y por tanto mi estancia aquí ha sido en vano. Ni siquiera tendría que haber venido. Es jodido saber que te interesa muy poco el panorama musical de tu ciudad cuando precisamente te ‘dedicas’ a esto. Pero tengo claro que no quiero ser LaOpinión ni LaVerdad –por poner dos ejemplos– aunque durante un tiempo fantaseaba con colarme en esa clase de periódicos. ¿Para qué? ¿Para hablar de mis colegas y de los grupos que llevan mis colegas? ¿Para hablar sin corazón? ¿Cuántas críticas/crónicas del festival habéis leído? ¿Cuánta defensa de lo que se hace en Murcia porque se hace? ¿De esta bendición? Somos israelitas hambrientos agradeciendo el maná y Moisés no tiene muy claro que las Converse le vayan a guardar de la arena ardiente, pero es eso o morir. Dice Nacho: «Yo escribo en ABC». Tiene razón, no se puede ser tan cerril eligiendo el dónde… La cuestión es que no haya unas tablillas que leer sino serlas.

Mambo Jambo | Javier Arnedo

Todos nos colamos. Producciones Baltimore también. La consejería de cultura ha desplazado a Legal Music y los otros han hecho lo mismo pero con vasos reciclables. Por la mañana la gente baila al sol. A la Terol le da una insolación. A Jutxa también, pero uno se arriesga cuando puede ver a Garaje Florida o a los Mambo Jambo for free. Yo me voy a trabajar –al trabajo que me da dinero–. Ahí sigue Paco, más cansado de lo habitual. Dice que al final se ha dormido por aburrimiento a pesar del ruido de los conciertos. Nos dice que si vamos a ir que nos acostemos pronto y no seamos como el resto de hijos de puta que van por ahí armando escándalo. Bueno, este año hay un 80% menos de ruido y de basura; también de colas en las barras para pedir sangre de unicornio. Lo sé porque Rafa se ha ido dos veces a comprar cerveza durante Crudo Pimento y podrían haber sido diez.

Jack Higgins [Crudo Pimento] | Diego Montana

Lo de Crudo Pimento empieza a dejar de sorprenderme. Su evolución es tan grande como todo Patiño o más. Es una pareja inteligente porque de todo lo tocado y de todo lo aprendido sacan recursos para lo nuevo. No es como Dover pasándose a la electrónica. Hay un remanente de folk, de metal y sobre todo de etnia que conviven con la imperante electrónica del actual ser del grupo. Hay instrumentos nuevos, hay un pad para lanzar samples, pero la virgen sobre la lata sigue librándonos del mal. Dice Paco el de las teles –en este país todos nos llamamos Paco, incluido yo– que si uno se para se muere, pero que cuando ‘no puede’ hacer algo debe ser porque no le salga de las narices. Cuando Paco habla de esa gente se refiere a los viejos que se apoltronan. «Paco, que ya tengo 40 años, estoy acabado». Y responde Paco: «y yo 50 porque a los 40 no me morí». Se pregunta qué pensarán los zagales de lo que hace un viejo en un festival y a lo lejos oigo un “¡Javi, deja de hablar con viejos!”, pero puede que él aguante y disfrute más. «Yo solo me he emborrachado una vez en mi vida y me puse malísimo. Le dije al médico que me había sentado mal un polo, y me dijo, sí, los cojones un polo. Fue la última. Si no estás lúcido el que se lo está pasando bien no eres tú, sino otro». Puede que ¿qué se han metido estos? sea la frase más repetida de los conciertos de los Pimento. Me da que no se meten nada, y siguiendo las enseñanzas vitales de Paco, nada de esto sería real si saliera del alucinógeno. La base y la clave es la etnia. Hay un motor que nos mueve a todos y Crudo sabe bobinarlo. Por eso da igual que hagan industrial, o se pasen al rap con la bestia Jack Higgins o al metal o al folk o que acaben haciendo trap –que no, que no, lo digo de broma–. Yo me estoy pegando cabezazos contra la Terol, ella me chupa la cara y estoy bastante cerca de mandar a la mierda el decoro y levantarle la falda. Es inevitable no conectar con la parte más salvaje de ti mismo. Por eso, como conejillos, los festivaleros se van acercando al escenario por columnas de cien dejando claro quiénes son los auténticos genios de esta tierra y de este festival.

Empieza Perro. Me voy de Perro. Puede que Perro sea otro de esos grupos que pueden definir los deseos de una generación: fácil y rápido. Eso se ha hecho durante décadas, pero al menos tenía algún mensaje.

Perro | Diego Montana

Os preguntaréis qué hago yo escribiendo esto. Pues bien, al final encontré a Santini. De la noche al día se había convertido en un chaval de 25 años que no tenía ni puta idea de nada. Durante el día del viernes se alimentó de su ego –que es lo que hacen los periodistas–. Habló de lo que dicen sus amigos, de su padre, del Eroski, de tres conciertos a los que fue y con las mismas se fue a acostarse, y cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí. –El cuento sigue–. El dinosaurio dijo: amarás al WAM sobre todas las cosas, amarás lo que yo amo y me amarás a mí. Luego el dinosaurio se puso las Converse y se fue a escribir a Facebook solo con los índices. Acto seguido Santini me llamó al teléfono y me dijo que había tenido una revelación y no podía terminar su crónica. Seguro que todo esto es mentira y acabó en algún rincón de Vistabella follando con su novia. Estas son las costumbres de los que habitan Murcia estos días.

Cuando me paro a pensar en este festival y las ampollas que levanta, recuerdo la escena de Magical Girl en la que una niña que ha escrito en una nota que la cara de cerdo de su profesor le da pena, coge la nota en la mano mientras José Sacristán le dice: «Dámela». Y ella responde: «No puedo, porque no la tengo». Y la niña abre la mano vacía. El profesor se obsesiona con ella para el resto de su vida. Murcia lleva 10 años obsesionada con ser una estrella en vez de un punto mientras el WAM abre la mano y no hay nada. Y hasta que no sea ella misma, nosotros mismos, los que digamos que no podemos, seguiremos matándonos y matando por él.

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