“Errores de novato” y “me la han jugao” repite Juan sin parar casi sin tenerse en pie. Dice que, como el concierto estaba anunciado a las 21:30, ha venido a las 21:08 un poco nervioso con sus colegas, por si no le daba tiempo a beberse la botella que habían comprado. Ahora se la ha bebido antes de tiempo y el concierto sigue sin empezar. Goma y yo hemos llegado a las 22:10 conscientes de lo que iba a pasar. Pasa en todos (o casi, porque empieza a cambiar un poco ese rollo) los conciertos de rap. Es lógico. Si hay más de 200 personas fuera de la sala bebiendo tienes dos opciones: Jugártela a que cuando empieces a cantar irán entrando o retrasar un poco tu aparición en el escenario. Al final da igual lo que hagas porque siempre quedarán rezagados fuera que entrarán a mitad del show. Esto es así.
Con el sellico ya en la muñeca entramos. Adamn! y Seko el Real, que juntos forman WeDamnBoyz!, teloneros de la noche, están ya calentando la sala con ritmos reggaetoneros bastante bailables. Sin embargo sólo veo a 4 o 5 personas sueltas bailando. Me sorprende la cantidad de raperos que han venido al concierto, me esperaba otro tipo de público. Los cortes se van sucediendo y la fuerza con la que han salido Adam y Seko al escenario va cayendo conforme se dan de cabeza contra el muro que es la frialdad del público. Nosotros aprovechamos para pedir el primer Brugal-Cola y percibo que Adam se está enfadando de pura frustración. Normal. En un momento de pausa comenta que ve “demasiados raperos en la sala”. Probablemente él también esperaba otro tipo de público, claro.
Anuncian que ahora va a caer la colaboración con Fat Montana y preguntan al público si le conocen. Me sorprende la respuesta. No veo mucha fuerza en los gritos del público. ¿De verdad a ellos no se les incrustó en el subconsciente ese estribillo de marzo del 2013? No sé si lo estoy extrapolando pero me parece ver a Adam cada vez más cabreado. Acaban el show y se despiden. Nosotros apuramos la segunda copa. Mucha gente sale de la sala. Siguen teniendo alcohol fuera. Goma y yo aprovechamos para fumar. Baja un proyector y empieza una cuenta atrás. Mola. Ya me he auto-jodido un poco el concierto al leer alguna crónica de la gira y sabía de este detalle pero me encanta. Con una lona barata y una animación bajada de Internet lo que sube en detallismo y personalidad un concierto.
La cuenta llega a 0 y Maka sale al escenario. Comienza a calentar al público, demostrando primero que, con o sin autotune, la suya es una voz que pone el pelo de punta. Sus cantes, perdón, quejiós, me atraviesan la columna. Entonces recuerdo esas primeras frases del Torta con las que empieza “Dile” y pienso que tanto Dellafuente como él han hecho muy bien al hacerlas propias. Les quedan como un guante. Por fin sale “El Chino” al escenario, como Maka nos lo presenta haciendo la intro de “Azulejo de corales”. A la segunda canción, “Te como la cara” la sala es una multitud bailando, gritando y apoyándole. Así se hace un directo, compadre. Que técnica, que cantidad de trabajo y que, sobre todo, talento innato se esconden en sus encogimientos de hombros de “esto es lo que hago y punto”. Un directo cuidado y medido al milímetro en el que dejan entrever por qué giran juntos. Son uña y carne en el escenario.
Y la primera ocasión para demostrarlo por todo lo alto se les presenta cuando suenan los primeros compases de “Dile”. Que ejecucion. Qué de sentir se tiene que estar agolpando en el pecho de todos los presentes, que cantan a una con ojos cerrados, inflando pulmones y mirando al techo la frase del estribillo esa que dice: “que el sol no alumbra ya mi corazón…”. Tras las recientes críticas a la sala por parte de algunos sectores del rap y la migración que algunos promotores han hecho a la R.E.M. parece que se han puesto las pilas con el sonido porque esto suena de lujo. Cuando Maka se arranca en “Dile” me emociono un poquito y , al principio, eso me hace sentir muy avergonzado. Después miro haci atrás y veo que todo el mundo tiene la misma cara que yo, así que me relajo y me dejo llegar. Lo que me emociona a mí un “simple” quejió soltado en las condiciones apropiadas.
El concierto prosigue sin bajar el ritmo mientras nosotros seguimos yendo a la barra, con algo menos de ritmo, eso sí. Bebemos como becarios que somos. Los cubatas son grandes y valen 5 pavos pero mi jefe me paga la hora a menos. Me gusta el toque que le ha dado para el directo a todos los temas, pero a todos, y eso que no ha ido a un setlist facilón y cortito ni a uno para promocionar descaradamente su nuevo disco. Es lo bueno de que los artistas ya no ganen dinero con los álbums. Ahora el directo ya no es una excusa para presentar el disco y que te lo compren; es una excusa para tener temas nuevos con los que girar en directo. Y por mí, perfecto, qué queréis que os diga. Destacaría especialmente “Diamantes”, “Siempre preguntando” y “Lo que estoy pasando”, que se la canta bajo el remix de ETM.
Puede que no a muchos les guste ni el rollo gitaneo ni el rollo reggaeton ni el rap siquiera, pero no creo que nadie sea capaz de decir que no puede disfrutar en un directo de Dellafuente. Las reflexiones que nos arroja en algunos parones me confirman lo que era obvio. El Chino es listo de cojones, diga él lo que diga. También caen “Bendito castigo” y “Consentía”. Se despide con “MAE” pero sale a recibir el bis con otra versión (sobre otro ritmo) de Consentía. Aplauso generalizado y toda la sala volcada. Ha estado de libro el directo. Para tomar nota.
Fotografías de Javi Picón