Artículo escrito por Brian Cohen e ilustrado por Mellado
No recuerdo la fecha concreta, debía ser el año 2013 cuando descubrí por primera vez a Jarfaiter. No se como ni por qué empecé a ver sus vídeos, debía de ser un día de procrastinación extrema. El caso es que ahí estaba yo, frente al ordenador, viendo el vídeo de “El niño piedralaveño” sin parar de flipar. No puedo mentir, en un primer momento sentí un gran rechazo. Sus instrumentales y sus rimas me parecían demasiado básicas, en las antípodas de todo lo que había escuchado hasta entonces, pero sobretodo (creo) porque se asemejaba mucho a los chavales que me daban el palo en el instituto.
Con el tiempo fui entendiendo el mensaje y del rechazo pasé a la fascinación. Jarfaiter planteaba un concepto que, como antropólogo en ciernes que soy, me parecía digno de estudio: letras crudas, duras, puñetazos en la boca del estomago de la sociedad, cargadas de crítica social y referencias a la delincuencia. Todo eso bañado por una amalgama de estilos musicales que se combinan sin prejuicios. Jarfaiter plantea un discurso antisocial cargado de odio, pero sin proponer una alternativa constructiva clara. Algo así como unos Cicatriz o Eskorbuto del siglo XXI. Un mensaje que ha calado hondo en un sector de la juventud, esa juventud olvidada, despreciada, carente de estímulos y con la que, de alguna manera, no hemos sabido estar a la altura.
Respecto a Denom tenía menos referencias. Había escuchado su ultimo trabajo pero no le había dedicado tanta atención. Denom concuerda un poco mas con el concepto de rapero tradicional, si bien los rasgos identitarios de la tribu han cambiado. En sus letras de historias de vidas rotas e infancias perdidas transmite otro tipo de sentimientos: nostalgia, tristeza, una cierta angustia vital, aunque, también, pequeñas dosis de optimismo.
Pues bien, con todo esto en la cabeza, nos presentamos en la 12&Medio sin saber muy bien lo que nos íbamos a encontrar. Llegamos a la sala a las 9 y media clavadas, cumpliendo religiosamente con lo que se anunciaba en el cartel del concierto. Al entrar, la sala está vacía, solo algunos pequeños grupos de personas frente al escenario o en las barras, nadie quiere ocupar ese incomodo espacio desierto que queda en medio. Por los altavoces se escucha una mixtape del sound system cordobés Barbass Sound cargada de remixes, mashups y dubplates a ritmo de reggae, rap y funk. La espera se hace amena entre comentarios sobre la vida y obra de Pablo Escobar o los últimos acontecimientos del panorama musical patrio, con especial énfasis en el concierto de Bruce Sprigsteen del día siguiente o el célebre beef entre C. Tangana y los Chikos del Maiz.
Después de dos horas de espera, a eso de las 11 y media y sin teloneros de por medio, Vengui, el dj, se sube al escenario para empezar la verbena. Pone unos cuantos temas para caldear el ambiente, entre otros, el Panda de Desiigner, un remix del “Vida de ratas” de Denom con Natos y Waor y Chele a ritmo de reggaetón y otros mas que no recuerdo con claridad. La sala se llena de pronto de un público tremendamente heterogéneo, algunos skinheads, alguna que otra cresta, mucho chándal e incluso una camiseta con referencias a HP Lovecraft. Desde luego, esto no es un concierto del Duo Kie.
Denom y Jarfaiter salen juntos al escenario y el público parece despertar del letargo. El recibimiento es caluroso aunque no con todo el fervor que esperaba, ya se calentarían los ánimos mas adelante. Empiezan con “Vida pirata”, celebradísimo tema que da nombre a la gira que les está llevando por toda España. Siguen como dúo con “Flacos y nerviosos”, del nuevo disco de Denom. Hay complicidad y compenetración, se nota que llevan ya unos cuantos bolos juntos a las espaldas. Al terminar, Denom se desmarca en solitario con un trozo a capela de “Vidas que se van”. Cierra los ojos y se evade. Al terminar se encara con una persona del público situado en las primeras filas. Parece que no le gustó que estuviera hablando durante su monologo y le acusa de poco respetuoso con las personas fallecidas. Los que hemos visto en internet cómo las gasta el chaval en este tipo de circunstancias tememos lo peor… se masca la tragedia… la sangre no llega al río, pero no puedo evitar pensar que va a ser una noche movidita.
El concierto es un mano a mano. Los dos cantantes se van pasando el relevo cada tres o cuatro temas, haciendo un concierto tremendamente enérgico y dinámico. Noto cierta predilección de la audiencia hacia Jarfaiter, quizá sea porque así lo siento yo también. No me entendáis mal, me gusta Denom pero, desde luego, la personalidad de Jarfaiter me parece mucho mas atrayente. Como decía al inicio, maneja un concepto musical mucho mas novedoso y, si bien no puedo identificarme con sus letras de apología a la violencia y el delito, entiendo la motivación que subyace.
Denom se centra en su último álbum “Una parte de mi” mientras que Jarfaiter hace un repaso por sus grandes éxitos de los últimos años. De todos ellos, sin duda alguna, me quedo con “Mucho jeiter”, “Fuck Mario Casas y que viva el Pirri” escupe en una de las líneas, consiguiendo en unas pocas palabras concentrar el odio de una generación entera. Los temas se van sucediendo y, en esas, aparece una camiseta del CAP Ciudad de Murcia en el escenario, consiguiendo establecer una complicidad total con el público. El incidente del principio ya es agua pasada. Cuando ya creía que nada podría sorprenderme empieza a sonar esa de “botas y tirantes, ostias en el bar, cabezas rapadas, gritos de unidad…”. Decibelios a ritmo de rumba era lo último que esperaba escuchar. De todas maneras, no desentona en absoluto con el concepto musical que se maneja esta noche.
Entre la multitud consigo ver a un amigo que hacía casi 5 años que no veía. Me dejo llevar por la emoción del momento y salimos un rato a la puerta para ponernos al día. Cuando me voy a dar cuenta han pasado tres o cuatro temas y decidimos volver dentro, a tiempo para el fin de fiesta. Jarfaiter dispara “Flamencore” y se desata el infierno. Los pogos son dignos de un concierto de Non Servium, probablemente compartan público. Denom, por su parte, termina con “Veneno”, uno de sus temas estrella. Cierran por todo lo alto y prometen volver.
Ha sido una noche rara. Caminamos hacia el coche reflexionando. Hay algo en todo esto que me parece sumamente interesante. Desde luego, no podemos glorificar ese estilo de vida macarra y antisocial, pero si que podemos (y debemos) entender qué lo motiva e ir mas allá de las letras y la música para comprender el por qué de todo esto. Lo de hoy, en palabras de otros muchos cantantes, ha sido algo “del barrio y para el barrio”.