Discos que me superan

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La semana pasada leí que la música no puede ser inofensiva. No recuerdo quién lo escribió –he escrito la frase en Google y he desistido, desolado, al ver que los tres primeros resultados están relacionados con esto–, pero es tatuable. Inofensiva como inocua, como idiota. Sí: la música tiene que decir algo. Da igual el qué, porque esto no va de sacralización ni intelectualización: Wagner y Salvaje Montoya están en el mismo saco. Uno habla de deidades femeninas que servían a Odín bajo el mando de Freyja y los otros se desgañitan cantando sobre maduritas que les ponen cachondísimos, pero ambos dicen algo. AL-GO. Lo que quiero decir es que basta ya de soltar  X (escribe aquí el nombre de la enésima banda que suena a las cosas aburridas de Los Planetas) no está mal. Basta. Basta, porque estamos hablando de algo que salva vidas. Algo que va de emociones, copón bendito. El rollo es que, a veces, esas emociones nos –no me pasa solo a mí, ¿no?– superan. Con estos discos me pasa eso. Me cuesta terminarlos. Me gustan pero no consigo disfrutarlos del todo. Me veo a mí mismo resoplando, presa de emociones que me desbordan. Estos discos son la hostia, pero me superan emocionalmente. Estás advertido.

  • THE DOCTOR CAME AT DAWN – SMOG (1996, DRAG CITY)

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Con este disco, Bill Callahan dejó de ser una promesa para convertirse en una realidad. En un grande. Lo más gordo del álbum es que el tío te vuela la cabeza sin apenas levantar la voz. La mayoría de canciones son como los relatos de Raymond Carver. Desnudos, lacónicos, apenas cuentan nada; pero lo sugieren todo. Piensas en qué va a pasarle al tipo de la canción después de la canción y sientes un gancho en el estómago. La canción que mejor ejemplifica esto es Lize. Una pandereta, un arpegio de guitarra, dos voces, una letra sencilla y tú por los suelos. Callahan y Cynthia Dall cantan: In the old days/ You took pride in your lies /You used to pay more attention/To details/Not these flimsy things/You hand me/Nowadays…Parece esto funde a negro con parsimonia y, entonces, segundos antes de acabar, suelta: I used to be able /To live off your lies. ¿Ahora qué, Bill?


  • HERE COME THE LIES – THE DRONES (2002, SPOOKY/UNDERTOW)

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El debut de The Drones me sobrepasa. Jamás he sentido de una forma tan clara que un disco puede conmigo. Soy capaz de disfrutar todas sus canciones por separado. En conjunto, me revientan. No lo habré escuchado de una tacada más de tres o cuatro veces. Sin embargo, soy plenamente consciente de que es un álbum superlativo. Gareth Liddiard expresa rabia y desolación con una pureza que tira para atrás. Here come the lies es un licor letal que mezcla punk, blues, garage y noise. Una puta locura psicopática que llega a acojonar. ¿Qué berenjenal tiene Liddiard montado en la cabeza y en el corazón? Lo que es seguro es que está muy jodido. Y que tiene un talento del copón. El tío escupe cosas como: You found me guilty of love as sure as life alone/ You played me like a bow/ And if the music I made made your stomach turn/Well you got what you deserved/I supposeAhí lo llevas: música para remover estómagos.


  • ARE WE THERE – SHARON VAN ETTEN (2014, JAGJAGUWAR)

homepage_large.2592e138Lo mejor de Sharon Van Etten es que consigue sonar frágil y fuerte al mismo tiempo. Es extraño, como si supiera que es jodidamente sensible e hiciera de eso, de esa consciencia, su principal arma para afrontar todo. En su cuarto disco, la norteamericana habla de tener el corazón roto y no dramatizar (mucho) más de la cuenta. Expone cien mil influencias con elegancia -folk de toda la vida, electrónica minimalista, Nick Cave, PJ Harvey, incluso Liz Phair- y no se aleja en ningún momento de la excelencia. Aquí es eso lo que me supera: esa forma de cantar -¿dónde coño has aprendido, Sharon?-, esas letras arrebatadoras, esas texturas…Una locura. Me lo sé de memoria, y nunca dejan de sorprenderme las risas que se oyen al final de esa obra maestra llamada Every time the sun comes upEs como si dijera: Eh, despierta, que ahí afuera las cosas no son como en este disco. Vaya que no, Sharon, vaya que no.


  • ESKIZOFRENIA – ESKORBUTO (1985, TWINS)

Eskorbuto-Eskizofrenia-FrontalLo que más me emociona de Eskorbuto es que tenían que montar una banda de punk sí o sí. Me flipa lo directo de su contenido (explícitamente) político, pero su gran aportación al punk es la consciencia de que nunca dejarán de ser lo que son. Irvine Welsh dice que tu carácter es tu destino; ellos lo dijeron mejor: No está vivo, no está muerto / Simplemente condenado. Condenado, pase lo que pase. Venga quien venga. Luego vino ese lema eterno llamado Anti todo –¿alguien ha sintetizado tan bien qué es el punk?-, pero en su LP de debut, los vizcaínos ya dejaban claro por dónde iban los tiros: rabia, hastío, urgencia y desesperación. Un cóctel que puede resultar excesivo si te pilla por sorpresa. Tanta mierda es insoportable, joder. En un mundo en el que se utilizan palabras como Esquizofrenia con demasiada ligereza, Eskorbuto pusieron los puntos sobre las íes.


  • RED HOUSE PAINTERS (CONOCIDO COMO ROLLERCOASTER) – RED HOUSE PAINTERS (1993, 4AD)

RHP-RollercoasterAquí está una de las canciones más emocionantes que he escuchado en mi vida. Se llama Take me out, y aparece a la mitad del segundo disco de Mark Kozelek.  Me flipa la instrumentación austera y la forma en que el de Ohio suelta estrofas perfectas, como esta: Your soul pours out of those holes/ Music of this crazy time/ When your car crashed/ Did your ghost find peace and together entwine? Yo no sé si se puede escribir de una forma más emocional. Luego, el tío sube a una cadencia casi gospel y reza al amor como una de las pocas cosas que nos pueden sacar de la oscuridad. Este disco va de eso: pérdida, dolor y culpa. Lo mejor de Kozelek es que canta desde el dolor. Es como si dijera: Vale, estoy en la más absoluta mierda, pero no quiero seguir aquí. No me gusta estar en la mierda. En el estribillo de Take me out suelta: If only you could take me out/Instead of back in/To myself that’s dying within. Pues eso.


  • FROM HER TO ETERNITY – NICK CAVE & THE BAD SEEDS (1984, MUTE)

nc-from-her-to-eternity1-768x768Mi colega Dani dice que Nick Cave canta como si alguien le hubiera metido un puño en el culo. Súmale la herencia postpunk, las resonancias bíblicas y el talento lírico de Leonard Cohen y una banda repleta de genios musicales que se han empeñado en sonar ásperos. Después de la disolución de The Birthday Party, Nick Cave reunió a cuatro músicos del copón para su nuevo proyecto: The Bad Seeds. En su debut, las malas semillas parieron un disco agresivo, amargo, violento y, a ratos, irritante. Lo que pasa es que las canciones son tan buenas que no te queda otra que seguir escuchando. Aunque duela. Así te topas con el insoportable soniquete de piano de From her to eternitylas letanías apocalípticas de Well of misery, el caos hecho canción en Cabin fever! o la pesadilla interminable de A box for Black PaulTe lo digo: una cosa de locos.


  • ABOVE – MAD SEASON (1995, COLUMBIA)

Mad_Season-Above-FrontalMad Season fue una banda de tipos que estaban en Seattle en 1995. No se puede hablar de supergrupo -nunca se debería poder, en realidad-, porque sus integrantes pertenecían a grandes bandas, pero no eran los líderes. Layne Staley, Mike McReady y Barrett Martin eran miembros de Alice in Chains, Pearl Jam y Screaming Trees, pero no cortaban ni el pan. El caso es que se juntaron y escribieron un disco que suena a lo que sonaban las bandas madre: hard-rock, blues y psicodelia. Above es un disco irregular que cae en algunos tópicos que luego explotaría esa basura que recoge el hediondo término post grunge, pero tiene una canción que justifica por sí sola la presencia del álbum en este texto. Se llama Wake up y a mí me jode semanas enteras. He escuchado pocas canciones tan oscuras: aquí, la única luz-al-final-del-túnel se llama suicidio. Huye de esta canción si tienes un estado de ánimo peligroso, te lo advierto.


  • YANK CRIME – DRIVE LIKE JEHU (1994, INTERSCOPE/HEADHUNTER/SWAMI)

Drive_Like_Jehu_-_Yank_Crime_coverEn su día, alguien nombró a Drive Like Jehu dioses del emo. El rollo es que, en 1994, el término no tenía nada que ver con la parodia llorica e infantilona que le llevó a copar portadas de la Super Pop. Quiero decir: Drive Like Jehu están a años luz de My Chemical Romance. ¿Lo dudas? Escucha este disco. Cuéntame si te resulta creíble la rabia de Rick Froberg y si percibes de una forma nítida que esta gente viene del punk -sus miembros han formado parte de Rocket from the crypt, Hot Snakes y Obits-. ¿Sí, no? Aquí hay más canciones que flequillos perfectos. En su segundo y último disco, Drive Like Jehu alargaron las canciones y mantuvieron la intensidad. El resultado es una mezcla de Fugazi y Mudhoney -ojo- que te vuela la puta cabeza. A mí me cuesta mucho escucharlo entero, pero es una maravilla. Con todas las letras.


  • LET ME GO, LET ME GO, LET ME GO – JASON MOLINA (2006, SECRETLY CANADIAN)

homepage_large.656aaf99La forma de cantar de Jason Molina está muy relacionada con lo que te he contado hace un rato de Sharon Van Etten: fragilidad y fortaleza al mismo tiempo. Lo que pasa es que, en el de Ohio, la fragilidad gana. Por goleada. Y resulta muy intenso emocionalmente, porque Jason Molina impresiona por sí mismo, pero es esa intención de sonar fuerte y no conseguirlo lo que sobrecoge. En gran parte de sus canciones, Molina suena a punto de partirse. Es como si fuera la cara b de Bill Callahan, el tipo que aprieta los dientes y tira hacia adelante. Molina no puede. No tiene fuerzas. Eso sí, por el camino se deja un capazo de canciones apabullantes. Toda su discografía se encuentra entre lo mejor de su generación -esa gente que renovó la música de raíces americana-, pero este disco es el que más me emociona. Quizá sea por lo austero de la puesta en escena. Quizá por la forma en que repite el título en la última canción. No lo sé, pero me duele escucharlo. Mucho.


  • SIGNALS, CALLS, AND MARCHES – MISSION OF BURMA (1981, ACE OF HEARTS)

FIRELP239-Mission-of-Burma-Signals-Calls-and-MarchesMission of Burma es una de las bandas más guapas que han existido jamás. Lo tenían todo: inteligencia, sensibilidad pop, espíritu punk, vena experimental…Su debut contiene canciones GLORIOSAS como Max Ernst -el PUNK- y ese hilo entre The Clash y Gang of Four llamado Academy fight  song; pero a mí la que me deja como a un conejo cuando le das las largas es That’s when I reach for my revolver. Me flipa todo en esa canción. El título nace de una frase de John Wayne. Cuando oigo la palabra ‘cultura’ –soltó el mamón- es cuando echo mano a mi revólver. La canción comienza con un riff de bajo. Al poco, Clint Conley canta: Once I had my heroes/Once I had my dreams/But all of that is changed now/The truth begins again/The truth is not that comfortable, no. La cosa sube en intensidad hasta que llega un estribillo perfecto, de esos que te cambian la vida. Esta canción habla de desengaño, y deja claro que si la gente como John Waye coge el revólver, nosotros tendremos que hacer lo mismo y colocarnos enfrente. No quedará otra.

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