Esta sinfonía de bolsillo es una obra magna. En ella hay censura, locura, innovación, electrónica… pero empecemos por el principio. Primero fue Rubber Soul. El disco de The Beatles impactó en los oídos de Brian Wilson. El resultado fue Pet Sounds. Pet Sounds impactó en Lennon y McCartney, que reaccionaron con Sgt. Pepper´s. Y vuelta a empezar: Sgt. Pepper´s enamoró a Wilson, que escribió Smile, un disco que no vio la luz hasta pasados 40 años. La banda –The Beach Boys– estaba en contra de la dirección que estaban tomando las cosas bajo la batuta de Brian, y el proyecto, una de las propuestas más ambiciosas que se habían ideado hasta la fecha en la música popular, quedó aparcado. Pero entre medias pasó algo: nada más y nada menos que el tercer número uno mundial de The Beach Boys.
Good vibrations (1966) fue grabada en cuatro estudios diferentes. Wilson quería aprovechar distintos ambientes y efectos. Organizó la canción en secciones, dando como resultado una estructura endiablada, con ritmos que cambiaban de una parte a otra. Se suprimieron las guitarras y el resto de instrumentos habituales en el rock. A cambio, se introdujeron arreglos de violonchelo y contrabajo, diversas percusiones de orquesta (además de la batería), muchísimas pistas de coros -con sus características voces angelicales- y, sobre todo, ese theremín que inunda la canción y se despide como diciendo que esto no es el fin, dándole un baño misterioso al conjunto. En definitiva, Good vibrations es otro hallazgo, otro paso adelante, otra cima de la revolución musical de los 60. Fue más caro que cualquier otro single hasta la fecha. La banda grabó muchas versiones, que se registraron en infinitas horas de grabación. Y, sin embargo, no se trata más que de un R&B. Llevado a la categoría de Arte, eso sí.
La canción debía formar parte de Pet Sounds, pero Brian la desechó pensando que no encajaba del todo. Estuvo un tiempo dando tumbos: el genio de California estaba entre la paranoia drogadicta y la esquizofrenia, y pensaba que los Beatles le robarían las cintas y que las canciones que estaba componiendo tenían un efecto paranormal. Entre Capitol y el resto del grupo -con el que Brian ya no giraba, para dedicarse a la composición y la experimentación- dieron al traste con el proyecto Smile. Tras varios incumplimientos de entrega, lo relegaron a un cajón de sastre, y el material se repartió en diversos LP. Pero Good vibrations se salvó de la quema y consiguió ser un número uno que no tiene parangón hasta hoy en día. De hecho, es el single por excelencia.
Juan Antonio Ross