The Ben Gunn Mento Band en el Cartagena Folk: «Zancudo, pícanos»

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Bartolo ha entrado gritándole al dueño del bar que le dio coca-cola normal y no ha podido dormir en toda la noche. Le dice que lo va a matar. También le pide una cerveza. Paco, un viejo gordo con la camisa abierta, apunta que al España-Turquía le queda na para empezar. Le dice a Bartolo: «Bartolo, por favor, termínate la cerveza y vámonos». Bartolo, le responde imitando a una rata. Sabe hacerlo porque perdió los dos colmillos superiores en la mili. Me mira y me cuenta que un día, cuando aún eran las 6.50, intentaba despertar a Paco porque entraba a trabajar a las 7. «Paco, Paco, ¡PACO!» y como Paco no se despertaba hizo el sonido de rata y Paco se levantó de un salto chillando buscándola para matarla. Paco le vuelve a pedir que se vayan. Entonces, Bartolo cuenta que su mujer cada mes tiene el chocho más gordo y abierto. Me dice que como yo le coma el chocho a una paya me deja embadurnao pa to el día, y que eso a él no le pasa porque se afeita. Nos cuenta que la mujer de su jefe cuando están comiendo pasa con un cesto de bragas sucias por el comedor y a él le da mucho asco. Bartolo, que es comprensivo, lo entiende, pero dice que él las coge y las huele con los ojos cerrados. Paco, con cara de vicioso dice que qué asco, comerse un chocho. Bartolo, que no es tonto, le dice que qué más quisiera él, pero que es gordo y viejo y la única forma será yéndose de putas. Paco, indignado, sale del bar y le dice que POR FAVOR se vayan ya a ver el partido. Bartolo se sienta, lo mira fijamente, se ríe y le dice que como suba la cuesta lo revienta. Me mira a mí de nuevo y me dice: «No son ni dos puertas p’arriba, atiende que hostias doy». Bartolo dice que no tiene padre, solo al saco de mierda este que se llama Paco. Le digo que se ve a la legua que lo quiere mucho, que se vaya con él. Me dice que por desgracia sí. Paco mira al suelo. Bartolo coge sus 2 litros de coca-cola light sin cafeína y se va. Mariano me pide que apague la luz del váter. La apago, pago el café y me voy.

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El cubano es lento hasta para salir de trabajar. Nos vamos a Cartagena a ver a The Ben Gunn Mento Band. Él va sin chaqueta y sin dinero. Llegamos congelados, compramos un litro, lo bebemos por la calle Mayor. Llegamos al recinto del Cartagena Folk. Huimos de la batucada. Las batucadas las tuvo que inventar, mínimo, alguien como Joseph Goebbels, consciente de cómo ritmos repetitivos sin más originalidad que el palo de una escoba, minan la salud mental de la población.

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Cuando fui a Canarias vi un bar llamado “El Silbo Bar”. El silbo gomero es un lenguaje artificiado con silbidos que usaban (y usan) algunos habitantes de la Gomera para comunicarse a largas distancias. Fui con la ilusión de encontrarme a alguien que lo hiciera. Ya nos íbamos. Las instrucciones sonaban en español. Jamás veríamos al gran intérprete del timple canario que nos prometió Mingo, el ermitaño sin dientes que sufría síndrome de Stendhal al ver las bragas de las mujeres que acogía en su cueva colgadas en las ramas de su cedro. Las instrucciones sonaban en inglés. En la cubierta del ferry vimos un grupo de delfines buceando, sobrevolados por aves marinas que en la búsqueda de alimento los rozaban. Las instrucciones sonaban en alemán. Una mujer extranjera le daba el pecho a su hijo, mientras yo observaba a su pelirroja y pecosa hija mayor. Las instrucciones sonaron en silbo. Por fin.

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No creo que Mingo, en vías de la locura, se refiriera a Paco Frutos. Sí, por fin vi a alguien en directo tocar el timple canario. Decía «No me toques los tomates». Recuerdo las discusiones acaloradas en la huerta sobre si el tomate era una fruta o una verdura. Al final resultaron ser las tetas de una mujer. Su hermano, Raúl Frutos, contaba que el mento es música de tiraos, que se ha refugiado en la clase marginal y es denostada por el resto. Por suerte Murcia está plagada de perros flacos. Ocurre en los pueblos rodeados de cotos de caza. Los canes que un día persiguen a la liebre, al siguiente, desterrados, vagan buscando limosna. A pesar de tocar un estilo venido de una isla azotada por el viento de los 4 puntos cardinales Paco Frutos dice que no contaba con el aire del puerto. Dice esto porque las partituras se le vuelan. Raúl apuntilla «presbicia». A nadie parece llamarle la atención. A la gente le gusta más el chachachá que las conversaciones de sala de ensayo. Viejos y viejas bailan. También los esqueletos, aunque no sardanas. «Hablaba de muertos y aceleraba… hablaba de muertos y aceleraba…». Raúl Frutos siempre acaba hablando de muertos. Rascayú aparece en escena. Cuando mueras, ¿qué harás tú? Volver a la vida. Hay muchos cadáveres musicales en esta plaza. Todos vienen del mar. No solo suena mento, también son montuno. Paco engancha el tres cubano y ahí lo aguanta. Lord Tone enchufa un cigarro. Yo pienso en que por la Santa Creación el cáncer no le arrebate esa voz que parece concebida para cantar esto. Los arreglos de Paco Belchí y Javi Pitos aligeran el peso del folclore, para que respire, para enriquecerlo por arriba ya que anda tan cargado por abajo. «”Ay, [putón]”, que pa quien no sepa inglés significa “ponerse”». Terminan pidiéndole al Zancudo Con Dengue que no le pique más ni a su papá, ni a su mamá, ni a su hermanita ni a Inma. La gente quiere más. Esto sí que es una celebración amarga de la vida. Hemos empezado pocos y hemos acabado muchos. Puede que haya faltado algo de emoción. La música y los músicos por sí solos los valen. Pero falta algo. Creo en lo siguiente.

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El folclore, según desde qué prisma, busca determinadas emociones. La música de raíz ataca directamente con historias que puede entender hasta un niño. Patuleco, el borracho a ron que va dando tumbos, como algo triste, desde el mento se canta con gracia, a sabiendas, eso sí. El ritmo, la percepción, el cómo afrontar los problemas, o cómo digerirlos. Me atrevo a decir que es la principal distinción entre culturas. Y no deja de ser curioso que gente que vive entre Bartolos, entre Pacos y Marianos, haya encontrado en Jamaica un referente emocional. Para los que están dentro es algo catártico, para los de fuera un animal exótico. ¿Te subió la fiebre del dengue?

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Fotografías de Diego Montana

2 comentarios en “The Ben Gunn Mento Band en el Cartagena Folk: «Zancudo, pícanos»”

  1. Adrián Yvoyalaruina

    ¿Y por qué esta propuesta tan interesante y al día siguiente una banda con tan poca sustancia como la banda del Pepo?
    Me perdí este concierto. Fui al día siguiente. Ahora no habrá más conciertos porque voy a tener que matar a mi jefe (culpable de mi ausencia). Muerte a la banda del Pepo. Los voy a matar silbando.

    1. Si usas bien los silbidos, o a los castizos señores que saben silbar, podrás.
      El festival está bastante bien, al menos en esta resucitada primera edición. Si bien es cierto que a la banda del Pepo le sobra el Pepo. Los arreglos musicales son interesantes y hay canciones buenas, pero tanto letras como «la búsqueda del ‘secreto'» del Pepo dejan bastante que desear.
      Lo dicho, si querías ver buenas bandas haberle dicho a tu jefe que Mujeres con raíz, Manuel Luna, Juan José Robles y los Ben Gunn Mento, a pesar de ser murcianos, hacen cosas cojonudas. Al Pepo ya lo metes en la jaula que quieras. Te sorprenderá saber que el percusionista de Mujeres con raíz, Manuel Luna y la Banda del Pepo es el mismo: Enrique. Robles también toca con Mujeres y Manuel. Son pocos los que continúan la tradición, pero excelentes.

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