Andrea Robles (Aljucer, Murcia, 1985) vive en Barcelona. Es arquitecta y está terminando un máster de profesorado. También escribe una tesis. A veces toca la guitarra y se convierte en Margott Vaum. Ha editado un EP –Rosebud, 2012– y un single –Guerra & Paz, 2014–. En 2013 ganó el Creajoven en la modalidad de Canción de autor. Sus canciones hablan de todo eso que te pasa por dentro. Es rubia y tiene una voz dulce, pero no es Taylor Swift. Cuando la escuchas no imaginas portadas de libros escritas con letras redondas que imitan la escritura a mano. Tampoco te sale azúcar por todos los orificios del cuerpo. En su mundo flota la pulsión literaria y se oyen claquetas. No tiene claro si se va a dedicar a la música; y es una pena, porque quedé con ella en Zalacaín y vi el capazo de talento que carga sobre los hombros.
Margott Vaum por los Tenenbaums, imagino.
Sí, claro.
¿Eras esa chica que pasó años en una bañera, viendo la tele y fumando sin que nadie supiera que fumaba?
También me pasé muchos años fumando sin que lo supiera mucha gente. Y, bueno, me encanta el personaje. Me parecía muy carismática. Cuando la vi no estaba tan de moda como se puso luego, era una película que no había visto mucha gente, y me puse ese nombre porque pensé que casi nadie se daría cuenta de la referencia.
La primera referencia que tengo de ti es de 2012: fuiste finalista del certamen La Estación y quedaste segunda en el Creajoven, ¿quién era Andrea Robles antes de 2012?
Empecé a estudiar guitarra con ocho años, en el conservatorio. Luego me hice un grupo de amigos en la playa que tocaban y componían. A los doce o trece empecé a escribir canciones…unas canciones que, por cierto, espero que nadie escuche nunca, porque son malísimas. Luego empecé a estudiar Arquitectura y dejé de lado la guitarra. Después de un tiempo volví a cogerla.
¿Por qué volviste a cogerla?
Me enteré de que con el Creajoven podías grabar dos canciones en estudio…y eso me hizo plantearme las cosas. Echaba de menos tocar y escribir. Había hecho algún concierto, pero todo muy esporádico. Así que pensé en presentarme al certamen y grabar las canciones. Me hacía ilusión grabar mis canciones. Tampoco pensaba en pasar a la semifinal ni nada, por supuesto. De pronto estaba en semifinales y tenía que tocar media hora. Me dije: “O te pones a escribir canciones o tienes que tocar las que hiciste con trece años, y va a ser que no”. Y me puse a escribir canciones. Ese verano tuve tiempo para tocar y componer mucho. Ese fue el desencadenante.
Y entonces te vas a Barcelona.
Me fui muy poco después de La Estación, en 2012. La razón oficial para irme era hacer un máster. La mayoría de gente se estaba yendo al extranjero a trabajar y yo decidí hacer un máster. Me daba rabia tener que irme fuera obligada. También pensé que si me iba al extranjero tenía que cortar con la música, al escribir en castellano. Me llamaba la atención irme a una ciudad grande, con una escena amplia y con más oportunidades.
¿Está mereciendo la pena?
En cuanto a la música, estoy parada ahora mismo. Es muy difícil Barcelona. Muy, muy difícil. No hay, como quizá si haya en Madrid, una cultura arraigada de cantautores en castellano, de bares de cantautores…
¿Crees que cantando en castellano es más jodido?
No creo que sea un factor determinante. Aunque se nota: si cantas en catalán hay cierto público y cierta prensa que siempre te van a hacer más caso. Y si eres de allí igual tienes contactos. Yo tengo ese hándicap: no soy de allí y no conozco a nadie de esos círculos. Pero no es determinante, en absoluto. Si te mueves y pones empeño…no sé…hubo un momento en que yo estaba repitiendo conciertos y tampoco es que tuviera mucho éxito de convocatoria y decidí parar un tiempo. No quería quemarme y aborrecer esto. No quiero repetirme y estancarme. Me tomé un parón para pensar y escribir, y ahí estoy ahora mismo.
En el día a día de un músico, ¿qué diferencias hay entre Murcia y Barcelona?
Depende de las expectativas que tengas. Si quieres proyectarte a un gran público, tienes que salir de las ciudades pequeñas. Lo que pasa es que en una ciudad pequeña es más fácil hacerse un nombre. Te presentas a un certamen, lo haces bien, y es más fácil que la gente te conozca. A veces alguien me dice: “Yo te he visto tocar” o “Yo he escuchado lo que haces”…a ver, no es que me vayan parando por la calle, pero sí que me ha pasado alguna vez. Pero, bueno, te quedas aquí. La mayoría intenta dar el salto, pero en una gran ciudad tienes que volver a empezar de cero, y ahí depende de lo implicado que estés con lo que haces.
¿Está siendo duro volver a empezar?
Sí. Soy consciente de que parte de la culpa la tengo yo, que he hecho un parón. Tengo perspectivas de abordar el asunto con más fuerza, pero ahora mismo no encuentro el momento ni esa fuerza.
¿Pretendes ganarte la vida con la música?
Ahora mismo, no. Yo sé que si trabajo puedo conseguirlo, hay mil ejemplos. Gente que ha dicho: esto es lo que quiero hacer. Carmen Boza, Rozalén, Road Ramos…es gente que lo ha apostado todo a esto. Y están llegando. Poco a poco, pero están llegando. Creo que se puede, sí. Yo estoy esperando que me llegue esa iluminación.
Imagino que entonces no planeas grabar nuevas canciones.
Sí que tengo. He hablado alguna vez con Rocío [Ramos, de Road Ramos] y en Barcelona también he hablado con gente, pero ahora mismo no estoy estable en ningún sitio, cuesta. Estoy un tiempo en Barcelona, otro tiempo aquí…por temas laborales no sé dónde voy a estar a medio plazo.
Al cantar la aurora reivindica a los autores de canciones murcianos. ¿Te sientes parte de esa tradición de personas que han cogido una guitarra para expresar algo?
Por una parte, sí. Siempre he escuchado a cantautores. Yo entiendo a un cantautor como alguien que escribe y canta sus canciones, normalmente con pocos medios. Con respecto a esa segunda parte, creo que se ha creado un tópico, parece que si eres cantautor no puedes tocar una guitarra eléctrica o llevar banda. Hay gente muy buena que está rompiendo esa imagen. Me gusta mucho lo que está haciendo Alondra Bentley, parte de esa idea de alguien que se escribe sus canciones, pero mete otros estilos y no se queda enclaustrada. Me siento orgullosa de ser cantautora, pero no quiero responder a ese tópico y no poder llevar banda o no poder meter electrónica en mi música.
Ese tópico es todavía más gordo si eres mujer. ¿Alguna vez has sentido que se espera de ti que seas la chica-con-guitarra-y-de-voz-dulce-que-nunca-deja-de-sonreír?
Tengo claro que no me gustaría proyectar esa imagen, pero tengo varios aspectos en mi contra. Supongo que si tienes una imagen súper rompedora y una voz desagarrada, pues es fácil que no te encasillen ahí. A mí me encanta el blues, e intento llevarlo a mis canciones. No me gusta la imagen de niña buena, pero no dejo de ser rubia y de tener una voz dulce.
El nombre de este ciclo homenaje a los auroros. ¿Sientes algún tipo de arraigo con Murcia, en general, y con su folklore, en particular?
Te iba a decir que no, pero creo que al final todo eso acaba saliendo. A mí me encanta la música folklórica, desde pequeña me han llamado la atención las tunas o las cuadrillas cantando el aguilando, por ejemplo. Me gustan mucho esas agrupaciones de cuerdas. A nivel personal sí que lo siento, por supuesto. En cuanto a mi música…pues no sé si sé refleja ahora mismo, pero es una influencia más.
Al final, tú cantas de lo mismo que ellos: de amor, de desamor, del paso del tiempo, de la muerte…
Sí, creo que toda la música habla de eso. Se habla de forma diferente, pero esos temas siempre están ahí. Al final, el pop mainstream habla de lo mismo que la música folklórica. Yo me identifico más con el enfoque que se hace desde la música folklórica, me llena mucho esa poética: las estaciones, el paso del tiempo, la muerte, la enfermedad…me encanta. No me interesa la típica canción de amor le-quiero-no-me-quiere.
Lo que más me gusta de tus canciones es la fuerza que desprendes. O quizá se trate de una voluntad de tener esa fuerza, no lo tengo claro. Cantas sobre cosas tristes, pero no te regodeas en tu mierda. ¿El hecho de escribir una canción es ya una reafirmación de esta voluntad de tirar hacia adelante?
Sí. He escrito muchas canciones desde la rabia, y me gusta transformar esa rabia en una fuerza que te haga tirar hacia adelante.
¿Qué importancia le das al texto?
Le doy muchas vueltas a todos los elementos de la canción. Soy muy exigente con las letras, no paro hasta que digo lo que quiero decir con precisión. Eso hace que me sea imposible escribir una canción en una tarde, por ejemplo.
¿Cuánto tardas en escribir una canción?
Si me emociono mucho y le dedico muchas horas, igual una semana.
Me gusta mucho Tic-tac. En ningún momento tengo claro si estás hablando de la situación política actual o de una relación sentimental…me deja la sensación de que da un poco igual, que esas cosas están mezcladas de una forma un tanto caótica.
Me gusta que las letras no sean explícitas. Una de mis metas es que mis canciones se puedan aplicar a diferentes contextos. Esa canción habla de un cierre de etapa y de una apertura de otra. A partir de ahí, puedes interpretarlo en el contexto que quieras. Es como los niños…cada niño interpreta las cosas de una forma diferente.
Otra canción que me encanta es La ceguera. Me gusta que lata durante toda la canción una especie de ajuste de cuentas, con mala hostia, incluso. Hacia el final se atenúa esa rabia y cantas muy suave, como con mucho cariño. El periodista Darío Manrique dijo hace poco que lo mejor del Honestidad brutal de Calamaro es que expone dentro de una canción sentimientos contradictorios, ¿cómo ordenas esas contradicciones internas a la hora de escribir?
Todos tenemos esas contradicciones que dices. Y si tú quieres reflejar en una canción lo que sientes, no tienes más remedio que mostrar esos choques. A mí me encantan esos contrastes. Escribí esa canción con rabia, pero no una rabia traducida en odio. Creo que, como decíamos antes, ese sentimiento da lugar a algo. Las puertas se cierran y se abren.
En ese sentido, ¿te autocensuras en algún momento?
Intento escribir de una forma abstracta. No quiero mostrarme demasiado, pero al mismo tiempo quiero transmitir una emoción. Está claro que es inevitable, porque todo lo que escribes te afecta. Pero, a nivel personal, me cuesta ese ejercicio de ponerme delante de un público a desnudarme de una forma explícita. Estás tú como músico, pero también tú como persona. No puedes ir por ahí contando tu vida y abriéndote tanto delante de todo el mundo.
¿Qué pretendes al escribir una canción?
Hay una voluntad de hacer algo con un mínimo de calidad. Luego, hay una intención comunicativa muy grande. Quiero mostrar algo. Siento una motivación muy fuerte de comunicar una idea o una emoción.
En tus canciones siempre hay luz al final del túnel.
Sí, yo veo así las cosas. No niego la oscuridad, pero la luz también está ahí.
*Margott Vaum tocará el sábado 27 de febrero en La Puerta Falsa, dentro del festival «Al cantar la aurora«.
Fotografías de Sergio Mercader
Pingback: Murcia on Thurs: AL CANTAR LA AURORA. FESTIVAL MURCIANO DE CANCIÓN DE AUTOR. – DARE TO BE ONE OF US, GIRL