Parece una tontería, pero hay que celebrarlo. Hoy, que el mundo está más lleno de follaorejas que nunca, que algunos deambulamos por Facebook con el rabo entre las piernas, acomplejados por no tener una opinión sobre todo, que las personas que dicen -puaj- postmodernidad y brunch no están en un gulag y que darse demasiada importancia a uno mismo cotiza al alza, sigue habiendo gente que apuesta por ir al grano. Sí: menos es más. A cada año que pasa, esa idea se vuelve a revelar como la más emocional -y la más humana, claro- en cualquier disciplina artística. Y que tienes razón, coño, esos libros que hablan sobre libros que hablan sobre libros y esos solos interminables son absoluta basura. Pero ya lo cantaban Television Personalities: en nuestra sociedad es duro no estar de acuerdo. Así que tranquilo, quítate esas mugrientas zapatillas y abre esa lata de Steinburg, que te traigo cinco perlicas recién salidas del horno para que puedas brindar. ¿Brindar a estas alturas? Oigo que dices. Sí, brindar y celebrar las canciones cortas y las bandas que suenan -pero no son- simples y que te dan tanto a cambio de tan poco.
- DOWN IN HEAVEN – TWIN PEAKS (GRAND JURY)
El tercer álbum de los de Chicago es una celebración de todo lo que mola. Twin Peaks han levantado el pie del acelerador, han mirado hacia arriba y se han topado con el sol. Los cabrones han decidido tumbarse y respirar. La herencia de los Kinks campestres, los Stones de Beggars banquet, buenas melodías, armonías vocales, estribillos salvavidas, capazos de juventud, vientos y ese tono desenfadado que suena a reunión de colegas y que salva discografías enteras. El disco se pasa en un suspiro y tú te quedas tan a gusto, pensando en lo bonita que es la vida a veces. Estas canciones van de eso, pero no rollo fui-al-castillo-y-salvé-a-la-princesa, aquí todo es más cotidiano, más nuestro. Y más guapo, claro.
- WHO SOLD MY GENERATION – NIGHT BEATS (HEAVENLY)
Me flipa todo lo que hace Lee Blackwell: el detalle de no colocarle una interrogación al título del álbum -el tío sabe quién vendió a su generación-, su voz, sus melodías y su guitarra. Seguramente, Night Beats sea la banda que mejor ha ententido en esta década dónde hay que cascar punteos de guitarra. Lo más emocionante de who sold my generation es cómo, hacia la tercera canción, Blackwell se da cuenta de que el rollo Black Rebel Motorcycle Club no es lo suyo. Entonces escupe y quita cosas que sobran. Vuelve a acercarse a Allah-las, a los mejores Black Angels y, sobre todo, a Strange Boys. Aquí hay más unidad y menos pelotazos -quizá solo Right/Wrong– que en sus anteriores referencias, pero Night Beats dejan algo claro: hay que vivir en Marte para pensar que siguen siendo una promesa. Eso o ser idiota.
- SU NOMBRE REAL ES OTRO – FUTURO TERROR (BCORE)
El segundo álbum de Futuro Terror es pura matemática. La sensación es muy parecida a la que provocan -desde otro ángulo- los discos de Gang of four. Ni falta ni sobra nada: todo está encajado, como comprimido para no gastar ni un segundo más de la cuenta. Como si les fuera la vida en eso. Los alicantinos vuelven a acercarse a Ramones, al post-punk patrio -pienso en Paralisis Permanente y Décima Víctima– y, de paso, adelantan por la izquierda a sus coetáneos Biznaga. A los cabrones no les falta de nada: tienen dos discos petados de temazos y han escrito el estribillo de una generación. El futuro es aterrador, pero les pertenece.
- UP TO ANYTHING – THE GOON SAX (CHAPTER MUSIC)
El debut de los australianos The Goon Sax es todo lo adorable que alguien de 30 años ve en su hermano de 15. Los complejos, los cambios de peinado, el principio de la búsqueda de uno mismo, los primeros amores, las tardes mirando por la ventana y pensando en qué va a ser la vida…todo tocado desde el minimalismo y cantado desde el mismo aburrimiento del que parten -a distancias siderales, claro- Parquet Courts. Aquí está el libro de recetas de Beat Happening mezclado con algún ramalazo de Pavement: universo naíf, cotidianeidad, la constatación de que cualquier cosa tiene una canción dentro y los cambios de humor repentinos que los adolescentes idiotas denominan ser un poco bipolar. Gloria eterna para The Goon Sax.
- TYRANNAMEN – TYRANNAMEN (COOL DEATH)
Otra vez hay que girar la almendra hacia Australia. Dios bendiga a la canguril isla. Cool Death -ojo a este sello, personas que coméis alimentos poco cocinados- acaba de editar el primer álbum de Tyrannamen, un quinteto de Melbourne que serviría para separar a la gente que merece vivir de la que no. En caso de que fuera necesario, quiero decir. Los idiotas postmodernos (los que no merecen vivir) dirán que este es otro álbum de garaje-punk. Y están en lo cierto, pero lo que ellos ven como lo peor es lo mejor: Tyrannamen, como sus compatriotas Royal Headache, no tienen más pretensión que la de contar sus mierdas a través de un vehículo que conocen. Lo hacen sin complejos, derrochando vida y portando sus influencias en la chupa. Como tiene que ser.