Una muy épica noche de heavy metal se vivió en la Sala Gamma de la pedanía de Monteagudo, en Murcia, el pasado viernes. Los causantes del torrente de heroicidad musical fueron los alemanes Gamma Ray. Curiosa coincidencia de nombres por cierto.
El amplio local, se abre en contadas ocasiones a lo largo del año por lo voluminoso de su aforo. Tanto que cuenta con varias salas y el equipo de sonido debe ser alquilado para la ocasión. Pero la tarde empezaba con los londinenses Neonfly y con los alemanes Serious Black. Ambos tocan una media hora para caldear el ambiente. La sala estaba a la mitad. Pero para cuando el cuarteto de Hamburgo sale, a eso de las diez y media, ya hay una entrada cojonuda. Y eso que la entrada no era barata. Creo que la gente, ya sabía que merecería la pena pagarla antes de entrar.
La puesta en escena es acorde con las gloriosas tonadas que proyectan los germanos. Una lona terrible con un esqueleto con un cetro. Un esqueleto encima de los amplis de marca alemana. Unos focos y unas máquinas de humo entre los micros y por detrás de la batería -espectacularmente grande con dos bombos-. El público con chupas de cuero, camisetas negras del Wacken y cazadoras vaqueras con parches de grupos. Un colega cuenta que los ha visto unas 20 veces. Eso es devoción, joder. En la segunda canción, ya veo al Loco, otro compadre, subido a hombros de un amigo suyo. Eso es intensidad, copón. El sonido es genial. Creo que veo una justa medieval por ahí. También unos caballeros luchando contra un dragón. Por otro lado llueven martillos y hachas.
El frontman Kai Hansen empieza a lucir con orgullo una incipiente y timorata panza .Sus compañeros están algo más finos .Pero mayores todos ellos. Los cuatro componentes lucen melenas metaleras rubias y más o menos descuidadas. El cantante acompañante, también pero de color carbón. Kai, de 53 años, es algo así lo que Dave Mustaine es al thrash metal y respecto a Metallica. Es decir, forma parte de una escisión, de la también alemana banda, Helloween.
Y es que tras separarse de su primer combo, considerados junto con Hansen y los Gamma Ray como padres precursores del género del power metal, el líder ya no tiene nada que demostrar, y solo tiene que dedicarse a girar para visitar su ejército de fieles. 15 álbumes le avalan.
Digamos que cuando a uno le hablan de heavy metal, este es el sonido al que la mente recurre más rápidamente. Ya sabéis, Judas Priest, Manowar, Dio, etc. Acordes de quintas rápidos, solos endiablados, baterías con doble pedal y letras gloriosas.
La gente corea todas las canciones y sin necesidad de arengas empieza a dar palmas con entrega. Se entiende perfectamente el acento inglés y las frases son muy coreables. Los temas son cantados mitad por el cantante acompañante, Frank Beck, y por Kai, que dice que ya está mayor para cantar tanto. En los Gamma los solos se hacen a pares, con toneladas de tappings y de dos en dos a poder ser. Se turnan Hansen y su fiel guitarrista Henjo Richter. Protegidos en todo momento por el bajo de Dirk Schlächter y la batería de Michael Ehré quienes se marcan unos solos para que descanse el resto de la banda. Y durante todo el bolo se dedican a animar un público ya entregado de por sí. Se emplean con veteranía en tocar los clásicos de sus 25 años de vida. Cuando se acercan a los lados o bien, cuando se suben a las plataformas para hacer gestos, el público lo da todo. El que no lanza sus cuernos al aire, hace que toca la guitarra fantasma, y el que no, está medio afónico de hacer los coros.
En realidad, a poco que te guste el rock con amplitud de miras, en un espectáculo como el de Gamma Ray vas a disfrutar. Ojalá a la Merkel le gustase el metal. Nos iría todo mejor. Porque lo que son las lluvias de hachas sabemos que le gustan.
Fotografías por Diego Montana