Fernando Alfaro en 12&medio (Microsonidos): "Vosotros no tenéis na"

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Hace años hice un viaje a las Fallas de Valencia. Recuerdo que era mi primer año de ingeniería en telecomunicaciones y ya me la quería dejar, pero no tenía voluntad para hacerlo. Cuando llegamos paseamos por Benimaclet y un pedigüeño se acercó a mis amigos y a mí y nos preguntó: “¿Tenéis fuego?” a lo que mi colega Rafa respondió: “Claro” y mientras sacaba un zippo reluciente el tío renegaba: “¿Qué vais a tener vosotros? Si vosotros no tenéis na, qué vais a tener… pues na, qué mierda vais a tener…” y mientras accionaba la rueda del brillante mechero, impedida la llama por la fuerza del viento, volvía a negar con la cabeza y decía: “Vosotros no tenéis na, no tenéis na”. Se encendió el cigarrillo y se fue maldiciendo sin dar las gracias.

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En esto pensaba mientras Fernando Alfaro despedía el concierto cantando “tengo tengo, tú no tienes tienes nada nada”. Fue un mensaje casual porque yo tengo un amigo que no es mi amigo. Se llama Santos, escribe aquí bajo un pseudónimo parecido. Hablamos casi a diario, pero solo nos hemos emborrachado dos veces y la tercera él ya venía borracho y estaba ocupado intentando meter sus zarpas en las bragas de una muchacha y yo no tengo un amigo que se llama Santos, pero utilizo el polisíndeton como si fuera él. Me dijo un día que era curioso cómo habíamos convertido las conversaciones de chat en charlas de bar. Mi “no colega” Santos, me ha enseñado varias cosas. Una de ellas a creer más fervientemente en la autenticidad; otra es que hay más gente que no sabe ligar y vive triste y sola; otra fue decirme que yo era periodista a pesar de NO tener un título que lo acreditara; otra fue que ser demasiado cabrón puede salvarte de recibir una hostia y que solo ser cabrón te puede costar una; y otra, la más importante, la clave de esta crónica, es que hay músicos que a pesar de tener voces de mierda saben cantar mejor que Pavarotti.

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Afirmo, pues esto es objetivo, que la voz de Fernando Alfaro es una mierda, pero como ser subjetivo sentencio que la voz de Fernando Alfaro es la hostia. Claro, como yo piensa más gente, por ejemplo las 70 personas que están viendo este concierto que abre el festival Microsonidos. Digo yo, como ser subjetivo, que debe ser porque Alfaro es el músico con la mayor templanza de la historia de la música española. Digo yo, como ser objetivo, que es porque es capaz de llenar una sala y los bolsillos de los interesados. En este mundo relativista lo que yo no dejaría que ocurriera sería que algún esperpento insinuara que Alfaro salió como un muerto camino de la tumba. ¿Qué cojones? Alfaro salió como un enterrado –que no como un enterrador- pensando si salir del ataúd o no hacerlo. Finalmente decidió que no, que se la sopla bastante hacer el numerito, que bastante tiene él ya con luchar contra los enterramientos en vida de la industria musical. A metros bajo tierra, Alfaro tuvo los santos huevos de conquistar a los que escuchan a Fernando Alfaro, a los que escucharon a Chucho y a los que todavía escuchan a Surfin’ Bichos.

Tal y como arranca su álbum La vida es extraña y rara [2011], Alfaro salió pidiendo un Extintor de infiernos, arrancando las vías del tren con la ayuda de las hostias de caja y la sonrisa más jodidamente rara e inquietante que he visto en mi puta vida –la de Xavi Molero (batería)-, luego subiéndose al Ascensor de Herodes y poniéndose una camisa Hawaiana de fuerza como la que viste un tercio de la población desarrollada. Él no, él viste como un enterrado, quizá por eso se despidió con Comida china y subfusiles, La mente monstruo y Fuerte, porque su identidad sigue ahí y lo dice ahora en Tempus Fugit. Hoy he conocido a un hombre que lo ama y tiene su edad. El hombre baila junto a mí como si fuera su último día de vida. Tenemos a tres metros a Alfaro y me da la sensación de que desde los 10 años o desde los 5 o cuando leches fuera consciente de lo efímero de la existencia, empezó a creer que tenía toda la vida por detrás. Quizá en este disco que presenta haya empezado a darse cuenta de que siempre la ha tenido por delante y un día acabe bailando con los de su edad.

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¿He dicho ya que Alfaro tiene una voz de mierda? Bueno, Clara Plath entra dentro de este grupo, también Fernandead. El inconveniente de no haber sido agraciado con unas buenas cuerdas vocales es que jamás podrás ser el músico total, pero sí que puedes resaltar actitud, o dotar tus letras de una sensibilidad mayor que la de un clítoris. Sin embargo… sin embargo significa sin embargo. La banda de Clara Plath está formada por unos músicos formidables que con sus arreglos y su técnica intentan sortear los callejones sin salida en los que acaban metiéndose todas sus canciones. Hacer garage no es sonar a garage, y mucho menos girar al pop, porque ni te chapan la persiana ni te la abren, por mucho que grites que os dejen salir. Fernandead dio un concierto para 15 personas y no tengo más que hacerle una reverencia porque para hacer de folkie man con su estatismo hay que tener unos santos cojones. Sin embargo, a pesar de que esa vertiente de Fernandead pueda ser la más accesible, la más interesante es la que combina loops con efectos sonoros y unas letras rallantes que te rajan los tímpanos [Hombres sin alma gobiernan el mundo]. Sí, lo mejor de Fernandead es el dead que recuerda mucho a Micah P. Hinson, y su locura. Dulce locura a la que le vendría bien un poco de electricidad y hombres que se sumen a ella. Que nadie se asuste si después de una canción de amor se vuela los sesos.

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Fotografías de Diego Montana

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