Ty Segall quiere volarte la cabeza. Dos años después de publicar Manipulator (Drag City), el LP que le acercó al gran público durante un rato, el tío se ha cascado un disco rarísimo. Emotional mugger (Drag City) es el rubial es de Laguna Beach destrozando tus expectativas. Esto suena a resaca, a broma, a rayos, a televisor roto, a colegas partiéndose el ojete y, en definitiva, a esa energía que desprende la música de los Cramps y que dice que te quites de encima todo lo que no te permita pasarlo de puta madre.
Pero vamos a dejar de hablar de música como si escuchar música fuera lo único que hiciéramos mientras escuchamos música. Mientras intentaba desentrañar de qué cojones va este disco, me han pasado estas cosas:
-He recibido un mail de Ana, de Infojobs. Ana, de Infojobs, me ha preguntado que cómo me va, que si he encontrado curro ya, que si ha desaparecido esa frustración, que qué tal fue la entrevista de aquella oferta de limpiador de zurullos de perro para la que pedían una carrera y dos máster y cinco idiomas y tres años de experiencia y no tener más de 25 años y tener “buenas vibras”.
-He recibido un mail de Job&talent en el que dice que mi currículum está avanzando en el proceso de selección de celador de un colegio de La Alberca. He imaginado a mi currículum pasando puntillas, silbando y mirando hacia otro lado, avanzando sin que nadie en esa jaula de hienas se diera cuenta, como ese Shaktar Donetsk que se te colaba en cuartos de Champions sin que nadie le pidiera permiso a Juan Carlos Rivero.
-He recibido un mail de Job&talent en el que dice que mi currículum está en la final del proceso de selección de celador de un colegio de La Alberca.
-He recibido un mail de Job&talent en el que dice que mi currículum ha sido descartado para la oferta de celador de un colegio de La Alberca. He pensado que, una vez que pasas de semifinales, no puedes reprocharte nada a ti mismo.
-He recibido un mail de Wesser en el que dice que explique, lo más esquemáticamente posible, por qué soy el candidato ideal para la oferta de captador de socios de Cruz Roja.
Bien. Tengo que ser esquemático. Joder, imagina que me ves en una semana preguntándote si tienes un minuto para los niños en riesgo de exclusión social. Tengo que ser esquemático. Voy a ser esquemático.
Razones por las que Emotional mugger mola un capazo:
-Lo fácil hubiera sido que Segall siguiera la senda de Manipulator. Lo tenía todo hecho y ha elegido grabar el reverso oscuro de esas canciones brillantes. El resultado es irregular, pero no se puede decir que no aguante la comparación con Manipulator, porque Segall no está yendo por ahí. Kyle Thomas dijo que …And Star Power (2014, Jagjaguwar), tercer disco de Foxygen, era el álbum que nadie se atrevía a grabar: los de San Francisco venían de publicar We are the 21st Century Ambassadors of Peace & Magic –el álbum que les dejó entrar en Letterman y demás- y editaron un doble excesivo e inabarcable que acabó resultando MUY inspirador. Emotional mugger es el …And Star Power de Ty Segall. Y es igual de emocionante.
– La promoción: hace unas semanas llegó a la redacción de Pitchfork un paquete de Drag City. En su interior había una cinta de VHS que contenía un disco de un tal Ty Garrett Segall. Después de 40 minutos de música aparecían en pantalla imágenes de My life (Bruce Joel Rubin, 1993) o de Star Trek II: The Wrath of Khan (Nicolas Meyer, 1982). Poco después, Segall subió a Youtube un vídeo en el que explica qué es asalto emocional. Desde esa atmósfera cutre y cotidiana de la que quiere escapar Walter White, el doctor Segall dice que la cosa va de “un intercambio psiconalítico sujeto-sujeto formado como consecuencia de nuestro paisaje sexual hiperdigital”. Ahí lo llevas. Luego está lo del número de teléfono: en la web del álbum aparece un teléfono -1-800-281-2968-. Los periodistas americanos, a los que llamar a este número les sale por algo menos de lo que vale un traje de Paco Camps, han llamado y dicen que suena una voz que parece sacada de una peli de terror y que dice: “Se ha comunicado con la línea directa del asaltador emocional. Estoy ansioso por escuchar cómo puedo rellenar los agujeros de su ego”. Luego hay otro video de 14 minutos que parece una peli de Cronenberg. Segall deambula por una ciudad oscura y acaba frente al mar a lo Antoine Doinel, pero convertido en un monstruo. Acoso policial, prostitución, personas obsesionadas con las nuevas tecnologías… esto parece un recuento de la mierda contra la que Segall canta.
–La historia: Emotional mugger habla de lo que supone que Internet nos permita tener todo al alcance de un clic. La tesis de Segall es que la web está jodiendo cómo las personas nos relacionamos y cómo nos sentimos con respecto a nuestros deseos. De ahí viene esa metáfora del caramelo -tan recurrente en el álbum- como algo que nos proporciona placer a corto plazo, pero que se convierte en algo intrascendente, incluso nocivo, a la larga.
–El tono: Segall está siendo más troll que nunca en Emotional mugger. Ves sus vídeos y no sabes si está haciendo el ridículo o si lo está petando. Ha ido a KEXP con una máscara de bebé malhumorado y ha dejado a Cheryl Waters con una mueca que igual le dura un par de décadas, ha ido al Colbert Report disfrazado de Joker y ha repartido golosinas y se ha tirado al suelo y, al terminar, Colbert se ha acercado a él y ha tranquilizado al público diciendo He’s alright, he’s alright. Segall ha dejado la guitarra y se ha metido en la piel de los asaltados emocionalmente. Todo tiene un regusto a serie b: ahí están los asaltados emocionalmente, pero hemos llegado con nuestra música para salvarles. Porque están agilipollados, pero son entrañables.
– Ty Segall ha dicho mil veces que pasa de intelectualizar su música. Esa idea –que no deja de ser un postulado intelectual– está más clara que nunca en Emotional mugger: el disco hace aguas justo cuando necesita ponerse épico para que la historia resulte creíble. Segall se boicotea a sí mismo. Parece decir: ¿Qué coño hago haciendo algo parecido a un disco conceptual? La absoluta carencia de afectación y la voluntad de reírse de todo son dos de las razones por las que todo lo que Segall publica te pone los pelos de punta al tiempo que te partes el ojete. Quizá solo Mac DeMarco esté jugando en esa liga.
– La banda: el rubiales ha cambiado a la Ty Segall Band -Charlie Moothart a la guitarra y Emily Rose Epstein sentada tras los tambores- por The Muggers. El único miembro común es ese Scottie Pippen llamado Mikal Cronin (bajo y saxo). De las guitarras se han ocupado Kyle Thomas –el hombre tras los geniales riffs de King Tuff–, Emmett Kelly (The Cairo Gang) y Cory Hanson (Wand), que también toca el teclado y aprieta muchos botones. Otro miembro de Wand, Evan Burrows, ha cogido las baquetas.
-Segall sigue siendo imprevisible. Reivindica lo mismo que reivindicaba en 2008 –proto metal, garaje de serie b, glam, folk, psicodelia, hard rock- y sigue sonando fresco. No sé si se llama personalidad, carisma, genialidad o talento.
-Segall encarna EL MOMENTO. Ahora mismo no hay nadie en el rock –ni siquiera Jack White ni Alex Turner– que represente tan bien como el rubiales de Laguna Beach ese momento en el que alguien sublima esa experiencia artística a la que estar atento. Ese momento en el que todo –o casi todo, el ritmo de Segall es de oro olímpico– lo que publica se convierte en un acontecimiento. Con más o menos seguimiento, esa es otra historia. Segall aún no ha publicado un disco redondo que recoja todo su talento, pero está aportando con cada álbum mil millones de razones para pensar que esa rueda que funciona propulsada por guitarras eléctricas pueda seguir rodando.
Como disco conceptual al uso, Emotional mugger es una birria. Acabo de escribir al uso en un texto sobre Ty Segall y el autocorrector de word me lo cambia. Sus sugerencias son: desuso, abuso, obtuso y concurso. No me convence ninguna, pero tiene razón. La historia de Emotional mugger se queda en nada, lo que pasa es que la vibración que recorre todo el álbum resulta muy emocionante. Segall ha ganado perdiendo. Y pasa de hacer Historia. Hace dos años escribió Feel, la mejor canción de lo que va de década. Hacia el final, se desgañita gritando esa palabra. Siente. Siente. Siente. Acaba aullando. Su discurso sigue siendo ese: intenta escribir un disco conceptual, cágala, pártete el ojete, toca la guitarra, canta. Entiende este disco justo cuando te llaman para preguntarte por qué eres ideal para ser captador de socios de la Cruz Roja y respondes: HOMBRE…SOY PERIODISTA…y se crea un silencio. Ty Segall sigue transmitiendo vida, ganas de hacer cosas, juventud. Sigue sonando encebollao, pero, joder, ya tienes a Arcade Fire para escribir los putos discos que salvarán a la raza humana.
Genial tu reseña, sigue así hermano. Dios existe y se apellida Segall!