Cecile McLorint Salvant y Jacky Terrasson en el Cartagena Jazz Festival: «Concierto a medias»

Cecile McLorint Salvant-jackie-terrasson
Cecile McLorint Salvant y Jacky Terrasson en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena

Toca en el festival de jazz de Cartagena –el único concierto en España, circunstancia convenientemente publicitada por la organización– la última gran voz femenina del género, Cecile McLorint Salvant. Lo hace acompañada de un trío liderado por el pianista Jacky Terrasson, voluntarioso profesional que abre el concierto; la formación incluye un solvente bajista y un batería incapaz como un toro inválido. Comienzan a tocar y, ¡oh, sorpresa!, la comparecencia del principal reclamo del cartel, se hace de rogar 45 minutos. Poseedor de un sonido dúctil, pero carente de la profundidad habitual de las primeras figuras, Terrason aprovecha la oportunidad que él mismo ha urdido para deleitarnos con una serie de lugares comunes jazzísticos, los cuales supo visitar con profesionalidad pero sin hálito creador. Cuando finalmente hace acto de presencia en el escenario, la cantante francesa deslumbra a la audiencia durante el resto de la velada, otros magros 45 minutos y ya este crítico se pregunta: ¿Por qué no habrá tocado desde el principio, que es por lo que yo supuestamente pagué, pues no estaba anunciada como invitada sino como líder de la formación? ¿Tendrá algo que decir la dirección de los festivales en los que participa a ese respecto? Y es que yo, como espectador, y sin óbice de que haya disfrutado de ese concierto a medias, me siento un tanto maltratado por la parquedad de la supuesta estrella a la hora de derramar sus innegables dones sobre el respetable.

Sostengo lo siguiente: de la misma manera que no se pueden exponer las mismas ideas si ofreces un largometraje y después proyectas un corto, pasa lo mismo con un concierto, que normalmente tiene la misma longitud de una película no por casualidad, sino para que el artista disponga de un tiempo suficiente que le permita defender un discurso articulado en la cadencia, circunstancia inédita en el espectáculo ofrecido. Por mucho que me agradase la voz de la estrella, me supo a poco, y sentí que no daba lo mejor de sí misma: simplemente nos regaló 5 ó 6 canciones –la última, esa Alfonsina ya convertida en recurrente si el público es hispano, parece ser– y se fue por donde había venido. Para mí, aunque muy disfrutable, nos regaló una escasa carta de presentación en su primera aparición por estos lares. Y cuando te presentas por vez primera en algún sitio, se gana credibilidad siendo generoso. Porque aquí lo valemos, qué coño.

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