El rock no está muerto. Guns N' Roses, sí

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Dios del cielo, la imagen es para vomitar durante tres horas seguidas. Axl Rose, con su sombrero de patriarca gitano, sus 60 kilos de más y su cara de Vernon Dursley sin bigote, sujeta un micrófono con esas cinco salchichas frankurt que tiene por mano izquierda. Está sentado en el súper hiper mega ultra trono del rock que se inventó Dave Grohl para seguir de gira con la zanca rota. Axl mira con displicencia a Slash, que, unos metros más adelante, interpreta a…Slash. Y no le sale demasiado bien: se le ve menos negro y con más papada que nunca. Límpiate, que tienes restos de vómito en la barbilla. Así. Ahora.

Guns N’ Roses se han reunido. Parecía imposible. Quiero decir: yo sé de gente que tenía más esperanzas de ver la reunión de Ramones –con cuatro de sus cinco miembros relevantes fallecidos- que la de Guns N’ Roses. La historia reciente de los angelinos se puede resumir en lustros de disputas, biografías repletas de dardos envenenados, entrevistas, salones de la fama y  discos irrelevantes. Y, mientras, el público bostezando. La banda se paseará por Norteamérica hasta agosto. Las fechas incluyen dos noches en Las Vegas y una en el Coachella.  El morbo –no se puede hablar ni siquiera de nostalgia– viene de ver juntos a Axl y a Slash, supuestamente enemigos irreconciliables. Además de ellos, Duff McKagan es el único gun original. Supongo que Steven Adler estará en Los Angeles bebiendo cerveza. Igual ni se ha enterado de la movida. Izzy Stradlin tampoco ha abierto la boca. Seguramente, su ausencia sea la prueba más fehaciente de la gran mentira que suponen Guns N’Roses en 2016. La banda moló hasta que el guitarrista se dio el piro. Se lo olía. Axl empezó a grabar videoclips de tres horas y a meter coros y pianos y vientos. Escuchas Use your Illusion I y II (1991, Geffen) y te imaginas a Axl en el estudio, gritando: ¡¡Y SIETE TROMPETAS!! ¡¡Y DOS HUEVOS DUROS!!

Un colega me dijo el sábado por la noche que el rock está muerto. Le contesté que ni de coña. Él insistió. Puso el ejemplo de la reunión de Guns N’Roses. Dijo: Joder, ¿de verdad no hay bandas ahora y tiene que volver Guns N’Roses para que hablemos de rock? Llevo unos días pensando en la frase. Mi colega está completamente equivocado. COMPLETAMENTE. El rock no está muerto. El rollo es que ya no hay que buscarlo en Guns N’Roses. Que sí están muertos, por cierto. Joder, mientras escribo esto estoy escuchando el último disco de Thee Oh Sees. Y, me cago en dios, que me parta un rayo ahora mismo si esto no es EL rock.

¿Ves? No me ha partido ningún rayo. Sigo aquí.

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Hace unos meses entrevisté a Jon Spencer. Entre otras frases para tatuarse, el tío me soltó esta: “Sigue habiendo música de la hostia. Solo hay que buscar un poco más. Es como si vas a una gran ciudad: es muy fácil encontrar un McDonalds, pero es comida de mierda. Si quieres comer algo mejor, tendrás que esforzarte y buscar”. Ese rollo. El rock ha vuelto a las cavernas. Quizá nunca debió salir de ahí –no lo sé, si quieres hablamos de eso con una birra en medio–, pero existe. Existe, joder, que yo lo he escuchado.

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