Reincidentes en Sala R.E.M: «Ganas de levantar el puño»

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-Tío, ¿fuiste la semana pasada a ver a los Reincidentes?
-Sí, tío.
-¿Y qué?
-Pues, hombre, a mí me molaron. Tocaron una lista de puta madre, tuvieron un montón de energía y conectaron con la gente que flipas. Pero lo de siempre, tío.
-¿El sonido?
-La cosa es que no fue malo, pero siempre les acaba faltando un punto. Ha sido el mejor de las veces que los he visto; pero por eso mismo te digo, tío. Cuatro tíos con talento que llevan treinta años tocando juntos y que tienen canciones que son himnos para mucha gente deberían hacerse más justicia en ese aspecto.
-¿Pero saliste satisfecho o qué?
-Yo me lo pasé como un zagal pequeño.
-Claro, tío, pero tú es que te has criado con ellos.
-Pues eso.

Cuando era mas crío estuve en un grupo que se llamaba Los Zamarros . Sonábamos a culo pero en nuestros cuatro meses de vida dimos tres conciertos. Uno de ellos fue en una especie de festival que organizó nuestro profesor de música del instituto en un auditorio. La idea era que los padres pudieran apreciar que la asignatura de música en los el institutos tiene un valor real en la educación de sus hijos. Tocamos las tres versiones de Reincidentes que han tocado, tocan, y seguirán tocando el ochenta por ciento de las bandas de punk rock de pueblo: Vicio, Grana y Oro y La Republicana. Y lo hicimos jodidamente mal. Podíamos ver al profesor de música desde el otro extremo del escenario retorciéndose y gesticulando como si cada una de nuestras cagadas pusiera su sueldo en juego. También es cierto que la AMPA del centro concertado de enseñanza Virgen del Pasico quizá no estuviera preparada para ese tipo de espectáculo y con la diarrea sónica que montamos quizás les diéramos un poco la razón. Lucas molaba, fumaba con nosotros después de los ensayos del festival y confiaba en nosotros. Puede que le falláramos un poco. La cosa es que en esa época, y todavía en cierto modo, veía reflejado en las canciones de Reincidentes todo en lo que creía. A mi colega Ginés, guitarra de Los Zamarros, le pasa lo mismo. Y a su hermana María, que es de una generación anterior y  fue la que se los dio a conocer le pasa en un grado mayor aún. Fans incondicionales, vaya. Por eso estamos viendo a Reincidentes en la Sala REM; por el mismo motivo que el resto de la gente del público.

En la sala todo el mundo tiene pinta de fan incondicional; de haber estado escuchando al grupo desde antes de desvirgarse. Llevan tiempo sin tocar en Murcia y hay una auténtica sensación de expectación en el ambiente. Suena una intro homenaje a los mártires del rock: Janis, Bowie, Lemmy, Hendrix y Rober de los Porretas.Pisan el escenario y empiezan a saludarse y a lanzarse gestos con las caras conocidas. Es un público que ya tienen ganado, lo saben y se les nota. Salen enérgicos y con ganas de romper. Fernando (bajista y vocalista) hace poses de  punkrocker californiano, Barea (guitarra) tiene una mueca de satisfacción entre Lindo Pulgoso y Charlie Sheen pasado de vueltas, Fino (guitarra) parece un cadáver -como siempre- y Manuel (batería) toca la batería. El sonido no es malo pero ya en la primera canción les pistonea durante el arranque. Estoy bailando y siento ganas de levantar el puño pero no puedo evitar pensar con cierta tristeza que con los años que llevan en la carretera es inexplicable que, de las seis últimas veces que los he visto, en ninguna haya podido decir que han tenido un sonido de puta madre. Se me pasa cuando me doy cuenta de que se ha creado una conexión real con el público, que yo también estoy conectado y que, al fin y al cabo, la gracia del punk rock nunca ha estado en el sonido limpio.

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Han tirado de himnos desde el principio: jartos d´aguantar, la cucaracha, la ciudad de los sueños…  Pero consiguen llegarme definitivamente a las tripas cuando suena Carmen. Al oír lo de «Y esto no (¿qué estás esperando?)/ cambiará (¿qué estás esperando?)/ sin luchar (rompe tus cadenas)/ pa’ salir», me pongo a pensar en mi vieja y en todas las mujeres que acaban siendo esclavas de una casa. Me enciendo, levanto el puño y me pongo a cantar. Me pongo a jalear cuando Fernando suelta lo de que «la segunda vergüenza nacional es que nazca Ciudad-anos». Ya estoy totalmente metido en  el rollo y con cada clásico que suena me va subiendo esa rabia pura, sana y visceral contra el sistema y todo lo que lo sustenta. De eso va precisamente «La Rabia» una de las canciones con las que la sala se viene abajo: «Rabia es sentarse frente al televisor sintiendo que alguien te oculta la realidad/ rabia es el arma de los olvidados, el instinto del eterno perdedor/ rabia es contrario a desidia y derrota/ es la puerta que no se debe cerrar».

En Ay Dolores un grupo de mujeres invade los micros de Barea y Fernando. Este detalle hace pasar por alto lo trilladísima que está la canción. En la recta final tocan otros cuantos clásicos (aunque creo que para todos los que estamos aquí prácticamente todas las canciones que han tocado lo han sido): cartas desde el asilo, rip rap, un día más, himno al bar, grana y oro y… Vicio. Vicio es la canción que pondrían de Reincidentes en Rock FM si pusieran Reincidentes en Rock FM. La canción que cualquiera de los presentes en el público despreciaría al oírla en un bar porque se ha rayado más que el Masculino Singular de Rosendo. Pero estamos un concierto de Reincidentes en el que solo hay gente que es fan incondicional de los Reincidentes así que esta vez es lícito bailarla. Además es el último tema. Y, qué cojones, aunque estemos hasta el nabo de ella hay que reconocer que está guapa.

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