LA MAR DE MÚSICAS 2025 (Parte 1): Como te pongas triste te doy una paliza

Si me acompañara la memoria, citaría en cada inicio de cada escrito, a mi abuela: 

Javico, yo estoy todo el día sola en mi casa, y cuando veo que me pongo triste me levanto y me digo: ¡Paquita! Como te pongas tonta… ¡¡¡TE DOY UNA PALIZA!!!”. 

Siempre que lo dice se ríe y no soy capaz de estimar si en realidad llora. Dibujándose la cruz en el busto suelta: 

Cuando les digo que tengo 97 años, SE SANTIGUAN. Es verdad, Javico. Se santiguan…”. 

La abuela de mi exnovia Carmen siempre le respondía a cualquier cosa que dijera su nieta: “¡¿QuÉ?!”. No era sorda, simplemente quería cerciorarse de lo que había escuchado. Por cada “¡¿QuÉ?!”, Carmen la habría apuñalado si no la hubiese querido y cuidado tanto. Me la imagino acodada en su féretro con lágrimas en los ojos: “Abuela, te echaré de menos…” – Y la abuela levantándose de un respingo: “¡¿QuÉ?!”. A veces la gente quiere entendernos, aunque no sea capaz de prestar suficiente atención. Por orgullo, uno piensa que es en contra de sí -la atención se liga al interés-, pero creo que nos equivocamos, es esa gente la que más nos quiere. ¿De quién tratarán las conversaciones cuando intente recordarlas? ¿De mí o de ti? Mi abuela coge la sartén más pequeña, la pechuga de pollo más pequeña, la pera más pequeña, echa un dedo de agua en el vaso más pequeño de su vajilla, una uña de manzanilla en otro vaso todavía más chico, se sienta en la silla más canija del rincón más diminuto de su enorme casa, se pone el plato en las piernas, apoya los vasos en el suelo y mira por una rendija de la ventana… Le pregunto si el bocadillo está rico, y ella me responde: “¡¿Que te vas ya?!”.

Voy a empezar por el final porque no sé cómo hacerlo por el principio. Todo se me mezcla, tengo un boceto de los primeros días de La Mar de Músicas 2025 que habla de amor; pero yo nunca hablo de amor… La casualidad es que yendo a ver a Tarta Relena me encuentro con Alicia. La primera chica de la que me enamoré, y que por eso mismo tuve que dejar. Yo tenía 15 y ella 16. Ella era pelirroja y yo moreno. Yo era un mediocre y ella matrícula de honor; ella patinaba y yo iba en bici. Yo me enamoré de ella, pero ella de mí no. Aunque éramos felices juntos, las condiciones del contrato impedían desarrollar sentimientos mayores que la estima o el contacto físico. Lo incumplí y… Qué difícil es irse de los sitios, ¿verdad, abuela?

Engarzá en oro y marfil, 
tú llevas una cruz al cuello. 
Dejadme morir en ella,
y crucificadme allí.

Las Tarta Relena van disfrazadas de oro y negro. Y digo disfrazadas porque cada vez hay menos músicos que suban a un escenario con cualquier mierda puesta encima, es decir, simplemente vestidos, que es lo contrario a ir desnudos. Así es nuestra época, más vestuario que instrumentos; más producción que callos. La magnitud de sus voces y el lirismo de sus carnes, bien podría representar un Euterpe feat. Terpsícore, pero falta el altar de la basílica. Los DJ sets emocionan, pero la verdad desgarra. Intento pensar cómo sería esto sin un “ordenador” mediante y, visualizando un concierto a pura voz -sin instrumentos-, ME SE ponen los pelos de punta. En Alas Negras marchan a cappella, o igual suena un suave instrumento virtual y de repente ¡DISTORSIÓN INFERNAL con kilos de subgraves! Sobrecoge, pero los pelos de gallina se vuelven para adentro cuando ves al individuo, animal o cosa, retorciéndose mientras le da con un dedico a una tecla. Lo hacen todos, todos. Han aprendido a fingir la punzada estomacal de los guitarristas, los trompetistas, los acordeonistas, los… cualquier puñetera persona que haga un esfuerzo espiritual para invocar a Luzbel o a Cristo, para consagrarnos al rito, no al rosario. Un dedo en una tecla que no percute nada. Un puto dedo. Un puto dedo que no siente ni el aire de tu aliento, ni el lijazo de una cuerda ni el retroceso de un martillo. Cuánto repercute sobre el vacío la gravedad de los planetas.

Pero bueno, peor sería ser Carlos Ares y contentar a todo el mundo. Reinventar el indie con una pizca de Fleet Foxes, otra de C.Tangana y un vestuario de pana precioso, precioso, precioso. Baile, emoción y buena predisposición. Familiar, para todos. Es una esencia. Como el olor a sábanas blancas. Este público puede sostener con una mano una cerveza sin alcohol, con la otra un carricoche y a la vez meter un meñique mojado en una bolsita llena de cristalitos rosas. Yo prefiero el palo santo y los chinotes en la camisa. ¿Os acordáis del operario del Ayto. que el día de su jubilación, fichó, se quitó el uniforme de trabajo y se fue desnudo a su casa? Yo sí; y mucho. No paran de sudar.

Esta crónica es tan absurda que la estoy escribiendo al lado de la tumba de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre entre fotos y besos de turistas de cementerio (sí, te has dado cuenta de que la he puesto a ella antes ¿verdad? Uno hace lo que está en su mano. Usar lenguaje inclusivo, no violar, boicotear a Israel, manifestarse contra las Nancys, intentar decir la verdad). Este es el único lugar tranquilo para escribir cerca de la estación de Montparnasse. Así es París. En Cartagena, pasa justo lo contrario; sobra silencio. Solo lo rompen La Mar de Músicas, el  Rock Imperium, o Arde Bogotá sentadicos en los cachetes de Noelia Arroyo mientras ésta pregona el concierto que les han preparado el PP de Cartagena. La consagración de la economía; el masaje; el turismo de festival. Aunque el de cementerio también existe. ¿Qué habitante peninsular no ha pensado en venir a visitar a Isaac Peral y de paso echarse un chorrico de agua del manantial que brota en el cementerio de Lo Campano? Cuidado. Hay colas, pero de yonquis. Un colega contabiliza árboles por la zona y da cuenta de ello. Ese es el inicio y el final de todo esto. Pero también están todos los demás. Mira al suelo, suelta el dinero y vete. Que nos visiten. Robadles, pero no les peguéis. ¿Qué empresario querría ahuyentar a sus clientes?

“Cuánto depende de una carretilla roja junto a un gallinero”

El otro día vi un vídeo de una médico instagramer hablando de la acumulación del esmegma bajo el glande y apelando a la abolición del tabú sobre la higiene del pene. Recuerdo que cuando era chico mi madre me decía: “Hijo, te bajas el gajo y te limpias bien alrededor”. No sé de qué hablarían el resto de mis amigos con sus madres, pero hacerlo entre nosotros nos habría dado la misma vergüenza que el concierto de Sanguijuelas del Guadiana. Este show está montado deprisa y corriendo. Tiene todos los ingredientes que funcionan ahora mismo: sintes, secuencias grabadas que suenan desde el más allá, un show de luces complejísimo lanzado por código de tiempo pero sin fuste y chavalitos jóvenes blancos pero agitanaos. Unas veces te suena a Extremoduro, otras a Melendi. Tienen temas chulos, no obstante, y la gente los baila moderadamente, pero si quitas el vestuario esto parece un grupo local tocando en la plaza de su pueblo. Y si directamente quitas chaval de la izquierda, lo único que pasa es que ganas espacio en el escenario. Me pregunto qué costará este show… Estos chicos reivindican el “No irse a Madrid”. Si ese es tu discurso date por muerto, porque de la frustración solo se vive un rato.

“Allí donde la riqueza es la norma, la amenaza principal es la pérdida del deseo”.

He entrado al baño porque me estaba dando un poco de vergüenza este concierto y en estas me aparta un gilipollas y grita: “A ver, ¡¿quién es el siguiente para meterse las rayas?!”. Hay hombres macho machotes que presumen de drogadicción: “Yo lo digo porque no soy maricón. Venga nenas, sacad las ‘pollas’ (ref. pollos)”. El último día es el peor, lo detesto. El público se nutre de cabestros, garrulos sudando cocaína y MDMA y mujeres que, por tener barba, te miran como si les fueses a robar el bolso. Todo el mundo bebe, nadie se calla (menos mal que la PA este año está a reventar bazos). Como dice un compañero: Prefiero que sea un asesino, a un gandúl. En esa línea yo preferiría un público lleno de asesinos en serie que puedan tener la boca y las narices cerradas al menos la mayor parte del tiempo. Salgo. Les toca a los viejos. G5 , están consiguiendo que se me olviden mis compañeros de asiento. Me están haciendo reír, bailar y reconciliarme con este día maldito. A mitad del concierto el tipo que tengo delante le comenta a su compadre: “El que está cantando es Kiko Veneno”. Y el compadre responde: “¡Ah sí! Qué viejo”. Joder… Mírate algún vídeo antes de venir, cabrón, que esto cuesta 40€. Y bien pagados. Aquí hay solera. Una fiesta para sacar cuartos, pero bien hecha. Muchachito se saca el banjo y tira de escala frigia, la velocidad endiablada y el estruendo de las guitarras españolas te saca el olé más patrio; puro cachondeo, todo lo que hacen es una genialidad tras otra y huele a Cádiz que tira pa’trás. Tomasito con su máquina de escribir, zapateando con las manos o mofándose de todos los chiquillos ultra equipados mientras él hace un solo absurdo de sintetizador sin camiseta y fumándose un porro como su cabeza. Interludios de chirigota y letras rimadas sin autotune. Se van y vuelven disfrazados del oeste… Entre indios y vaqueros, si estos son los indios, me quedo en la reserva bebiendo con ellos y dejando que el mundo siga su curso.

Seguramente no haya un álbum con tantos instrumentos tocados por la misma persona como ‘Tubular Bells’. Están todos en el libreto, los puedes contar. Ahora imagina que durante un directo las campanas tubulares sonaran desde una secuencia lanzada por un técnico de sonido. ESA ES LA MIERDA QUE TENEMOS HOY DÍA. Y todo el mundo se la come como si fuera caviar. Te sueltan “Eres un carca, abre tu mente”. Pero vamos a ver, si a mí me gusta la propuesta musical, GILIPOLLAS, pero no me trago sapos en pos del SI A TODOS LES MOLA, YO TAMBIÉN. La crítica no existe, solo el status. Igual he conectado con esta idea demasiado tarde pero me parece ridículo. Lejos de enfadarme me da por reírme en los conciertos, y creo que si fuésemos conscientes de cómo funciona esta industria la carcajada sería tan grande que les daría vergüenza a ellos. He llegado a ver un concierto de una hora que consistía en 1º… pinchar el disco con un vídeo de fondo mostrando el título de cada canción y 2º… volver a pinchar el mismo disco y hacer playback sobre él. ¿Y no los mataron? No, el público hacía stories de la pantalla. Es distópico pero es real. Y el año que viene lo harán Alaska y su marido cuando los llame al alcalde o el WARM UP!

He vuelto al cementerio de Montparnasse. Ha pasado exactamente una semana. Esta vez he entrado a, como dice mi abuela, hacer de vientre. Ha sido en un baño para gente con diversidad funcional. Han llamado dos veces a la puerta y temo por mi alma si lo hacen una tercera. Cuando vas a hacer algo mal, asegúrate de que no te vean o de que no te importe. El banco de Simone de Beauvoir y Sartre está atestado de turistas, así que he continuado hacia la izquierda. No quería quedarme otra vez aquí, pero es el mejor sitio para escribir. Esta vez, y de nuevo por puro azar, estoy sentado frente a la tumba de César Vallejo. En lo único que creo es en la casualidad, y es que yo solamente me sé poesías de mi abuela y de él. 

“Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto, 
se hace buen carpintero, suda, mata 
y luego canta, almuerza, se abotona…”

“Comprendiendo 
que él sabe que le quiero, 
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente…”

Que él sabe que le quiero, que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente… Esto podría resumir mi relación con los DJ set que han proliferado estos años. Me niego a llamarlos bandas o grupos. Si el 50% de tu música suena desde un MP3 eres un DJ set y un estafador. Maestro Espada pudo ser uno, pero se dejaron la piel en evitarlo. Metieron a Raúl Frutos a tocar la batería, se colgaron un par de guitarras eléctricas a los hombros y Salva hizo magia con el cymatic para hacer viable que con los dedicos sonaran cosas y no por un discman. Hay un dicho que dice: Eres más tonto que hacerse una paja con la polla de otro. Y es que los cacharricos, los ordenadores, la tecnología, deben facilitar que tú puedas hacer más con menos con menos, pero no que ChatGPT te escriba la tesis doctoral. Al final quedas como un tonto porque hiciste cien pajas y ningún orgasmo fue tuyo. 

Estoy en tercera fila con la familia Frutos y las 15 toneladas de subgraves me están dando ganas de vomitar. Paco Frutos sale a darle unas empanadillas del camerino a sus padres y sus padres se van “porque las van a devolver”. Hay que ajustar mejor este sistema de sonido, empresa responsable… Pero no voy a hablar de mi trabajo, voy a hablar, como murciano, como amigo, como hombre apasionado, de que el concierto de Maestro Espada supera con creces cualquier propuesta. Es demasiado completa como para hacerla de menos. Hay gente que arregla tostadoras, y gente que conduce aviones de combate y gente que manipula genéticamente semillas y gente que consume heroína. Cualquiera de ellos, si lo hace con gusto, será el trabajador más valioso. Una planta, una alfombra, un cuadro, un paté y un vino, se pueden disponer de cualquier modo, pero hay personas con talento y gusto que saben exactamente cómo y dónde. Esto no se puede explicar, y mucho menos imitar. Como el pensamiento, solamente se ve cuando sucede. Les dan el premio Paco Martín y ellos no pronuncian una palabra, las cantan.

Le hacen un guiño al difunto Ozzy Osbourne, y en Tres Gotas de Rocío aparece el sonido de guitarra de Branko Mataja. Raúl adaptando la batería hace que el ‘Salve’ te lleve al cielo pasando por el infierno. Recuerdo cuando trabajaba para ellos y les hacía las luces a los hermanicos. Me acuerdo de cantar sus putas canciones mientras lanzaba las memorias y los efectos. Me acuerdo de lo emocionado que estaba. Y me acuerdo porque vuelvo a estarlo hoy. 

Confesaré algo muy triste: creo que sigo enamorado de mi exnovia en parte porque dice cosas como “Tío, estaba viendo a los Arde Bogotá, con un show cutre, aburrido tan lleno de parones y de eh… eh… eh…, que abandoné a todas mis amigas y me fui a ver a Judeline, que aunque iba plan DJ set, al menos preparó un show atractivo”. 

¿Por qué tengo yo que cambiar de opinión a estas alturas de la crónica? ¿Qué he hecho yo? ¿Empiezo de nuevo? 

Confío en su criterio, en su apertura de miras, en su ver más allá y a través. Es de las que sabe dónde poner la mesa y con qué vino encaja un momento cierto. Seguir enamorado por esta razón me parece inenarrablemente lógico. Alguien capaz de zarandear tus paradigmas, en quien depositarlos y descarnarlos. Qué bonito sería que todavía se confiara así en los críticos musicales y no en cualquier subnormal con Instagram ganando dinero por decirte 3 frases de mierda que ni siquiera piensa. ¿No es eso la prostitución? En fin, yo no soy Carlos Ares y no le gusto a todo el mundo; y por ende esta crónica será lo que tiene que ser: Irrelevante. Así que no te enfades, Carlos. Esto no va de ti, sino de mí. ¿Creías que había acabado contigo? Tienes un tema guapo: Importante. Y luego otros chovinistas sobre lo especiales que son los gallegos, y otros sobre lo especial que es Carlos Ares. La verdad es que tiene que molar muchísimo contar tu vida y ganar dinero con ello. Y hasta ser exitoso. Hay que reconocerte que sabiendo rimar bien es más fácil hacerlo.

Hay artistas de los que no merece la pena hablar mucho. Guitarrica de la Fuente lo hace todo bien, no se mete con nadie, su banda suena estupenda y la puesta en escena mola mucho. Su voz es guay aunque a veces a mí me cansa (pero es una cosa mía). Coge el micro raro, se gusta y gusta; se contorsiona… se nota que sabe usar su cuerpo y joder, son letras de un joven descubridor, lozano, sensible e ilusionado. Le va bien al tipo, su música suena en la tele y ¡¡ME CAGO EN TUS MUERTOS, ÁLVARO, ¡¡¿ES QUE NO PUEDES ENTRAR BIEN A CANTAR `LIRIO´, JODER?!! Perdona… Perdona… (respira), que a veces me emociono, y… eh… no está bien hablar así… Estuvo genial, de verdad, me encantó. Y encima se ve tu bondad como persona, amigo, compañero de profesión, cantando con tus antiguos músicos de Maestro Espada, y sobre todo ¡¡TE VOY A CLAVAR UNA CAÑA RAJÁ EN LAS COSTILLAS COMO VUELVAS A ENTRAR MAL EN LIRIO!! 

“Ni mis principios pueden salvarme de quien soy”

La gente caminando, vista desde lejos, parece que está en silencio. Es una existencia suspendida. Podría ser una visión. Podría no ser nada. A lo lejos caben miles de historias en la mente de un escritor, pero yo, que no sé escribir novelas, pongo la oreja y escucho hablar a una pareja preciosa. Caminan de la mano, enamorados, sonrientes, visten bien y tienen un moreno bonito. Se acercan lo suficiente para que pueda escucharlos y el chico le dice a su amante: “Hay un bache en la carretera y puah… la gente va a ¡¡ 80 y a 100 km/h !!yyyyyyy, ESPERA QUE LO BUSCO EN INSTAGRAM A VER SI LO ENCUENTRO Y LO VEH”. A continuación suelta la mano de su enamorada, y en ese silencio infinito la joven mira hacia el suelo, como queriendo perderse muy pero que muy dentro de ese bache. Y así uno imagina a quienes les cantan canciones desde muy lejos. Los oímos, pero no podemos escucharlos. Cantan bien, pero no dicen nada. Viva Suecia y el amor, pero al PP le hacen pregón. Arde Bogotá, el rock malote que debería atizar algo, le lava la cara al PP de Cartagena haciendo el papel de artistas del régimen. ¿Quienes sois realmente? ¿Cuántos más hay así? Nunca es buen momento para no tener principios, pero en este lugar de la historia menos. Así que vuelvo sobre mis palabras, ¿y si Sanguijuelas del Guadiana fueran de los pocos que cantan algo “de verdad”? Cantar más allá de sus penas. Ensancharse. ¿Vale el arte para algo más que para admirarse? 

Gracias a Dios tenemos a Eugenio González Cremades, que defiende un festival de músicas del mundo que de no ser por él tendría en cartel como mínimo el mismo zoológico casposo que las fiestas de la Paloma en Madrid. Gracias a Dios, el DJ set es lo de menos y las propuestas diversas lo de más. Práctica imposible en un mundo en que escuchar música cada vez tiene menos sentido. Spotify hace canciones con IA y hay un festival en cada esquina. ¿Uno paga para enamorarse o solo para follar? 

Dice mi abuela que a la gente le gusta mucho comer, y comer, y comer y comer… y estar aplastados en el sofá, como marranos. Me gusta porque dice marranos y no se me ocurre pensar en porquería, pero sí habla de la suciedad del abuso. Los DJ sets… Si no tengo una filarmónica me la invento y le doy al play. Si no tengo una batería, me la secuencia un colega y le doy al play. La comida se nos sale por las orejas. Un pobre poniendo la mesa de un rico.  ¿Es esto la democratización de la música? Ahora cualquier chaval puede montar Metallica en su casa. Mike Oldfield también pudo lanzar en directo una secuencia con el puto Tubular Bells entero grabado, pero no lo hizo. Y tantos que se dedicaron a adaptar su obra a sus shows en directo. Que uno pueda montar un estudio en su casa ha democratizado componer música irreproducible en directo, valiosísima para el cine, para el teatro, para el oyente casero, pero a su vez democratizó la gula del artista. 

“Javico, cooomen con locuuura. Y así estan, hechos unas focas. A mí nunca me ha gustado cocinar con grasa. Y la sal, que se eche cada uno la que quiera”.

Por cierto, me quedé a ver el DJ set de Derek V. Bulcke, y me moló.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio