Tourist (St Germain): ser un turista en la vida a los 30

Venga, voy a daros el rollo y luego la crema.

El rollo:

Tengo 30 años. No pretendo quejarme, sé que soy joven aún, pero tengo 30 años. La vida no ha pasado ni demasiado deprisa ni con lentitud, simplemente ha pasado y ha llegado hasta aquí. Una vez leí que te conviertes en todo menos en lo que imaginas, y creo que es una de las frases más locuaces que se han presentado en mi camino.  No imaginaba que a esta edad estaría haciendo lo que estoy haciendo ahora, pero supongo que la madurez es aceptar que tampoco me puedo imaginar cómo será mi vida a los 35.

Todo este rollo de la edad es para anunciar mi regreso a este piso 28 de personas alcohólicas y cínicas. Llevo 30 años escuchando música y la mitad de estas tres décadas con obsesión. Esa obstinación hacía los discos nunca ha sido forzada ni pretendida, es tan natural que al final me llevó a ser redactora musical, a organizar conciertos, a vender vinilos y ahora a ser DJ. Mi manía y estas reflexiones me llevan a compartir con los lectores de este apartamento esas joyas que me encuentro, esos discos que te producen espasmos, que te obligan a contarlo. Porque si hay una ley universal que tenga peso o sentido es que nos gusta hacer felices a los demás o al menos provocar reacciones en ellos, (a veces también deseamos todo lo contrario). Mi poder reside en esos tesoros que os voy a ir mostrando.

Hace una semana estaba presente cuando falleció Juanjo, un mítico programador, bastante conocido en la cultura musical murciana. Lo último que me dijo fue que si le ponía su canción, esa era So Flute, de St Germain. La última imagen que tengo de él es cuando bailó esta canción. La vida que vivimos los que estamos cercanos al mundo de la música y la noche, desgasta, pero nos hace movernos. Quiero que la última imagen que tenga el recuerdo colectivo de mi persona sea como la de Juanjo, disfrutando del placer dañino de una vida destinada a ese placer adictivo, nocivo y glorioso.  La jodida causa de nuestras vidas, la música.

La crema:

A mis 30 sigo siendo una turista en la vida: como cosas nuevas, hago muchas fotos y me sigo sorprendiendo con discos como el Tourist de St Germain (2000, Blue Note).

Año 2000. Tras la metida del fin del mundo, el francés Ludovic Navarre continuó trabajando bajo su alias St Germain y estrenó el fabuloso Tourist, un álbum que te hace viajar por muchos paisajes sonoros,  impulsado por deliciosos samples de jazz con el visado de la electrónica. Un disco para eclécticos que quieren estar en muchos lugares al mismo tiempo. Y es que St Germain, además de jazz y electrónica, introduce elementos del funk, la música latina, de raíz y el hip hop, convirtiendo los 60 minutos de Tourist en un equilibrado resumen de las amplias referencias que habían pasado por los oídos del autor.  Es un álbum ambiental, salvo por varios ‘sampleos’ como el que ocurre en Rose Rouge, el Woman of the ghetto de la diva Marlena Shaw es transformado sobre el loop de Take Five de Dave Brubeck, una combinación tan rápida y sobria que sería perfecta para escuchar paseando por un aeropuerto. Me sigo creando historias imaginarias cuando estoy en ellos y lanzo preguntas mentales como aviones de papel sin peso a la nada: ¿De dónde viene? ¿A dónde va? ¿Me dejé hierba en el grinder?

Marlena Shaw canta una y otra vez: I want you to get together/put your hands together one timeEs maravillosa.  El órgano y piano de misa góspel que introduce Land of… es la entrada a la terminal y ya no puedes escapar si no es volando. El ajetreo va en aumento y esta canción te avisa de que el viaje es contemplativo pero que formamos parte de ese mecanismo del mestizaje y qué mejor lugar -¡qué digo!- qué mejor prueba, que esos saxos funk.

Una vez, la guardia civil nos metió a unos amigos y a mí en el “cuarto” (se llama así a las disposiciones de seguridad donde te meten en el aeropuerto para saber si llevas drogas o un mono de Gibraltar metido en la cartera). El caso es que no llevábamos nada, y el nada era casi literal, y a mis dos acompañantes y a mí nos liberaron, pero la tensión de esos instantes era como un sudor frío que te va recorriendo la cabeza. Cuando nos dejaron salir de “el cuarto”, (estuvimos los 10 minutos más largos de nuestra vida), nuestra sensación era de libertad y euforia y de nervios. Latin Note podría describir la carrera que nos metimos hasta nuestra terminal, creyendo que habíamos estado en “el cuarto” media vida, porque, amigos, la música además de notas, ritmos y voces es todo aquello que sentimos. Y aquel momento era de celeridad y optimismo. Así es esta canción.

Ludovic Navarre se rodea en Tourist de un sexteto de músicos que permite tripular de forma óptima esta mezcla perfecta de jazz y electrónica: Pascal Ohze (trompeta), Edouard Labor (saxo, flauta), Alexandre Destrez (teclados), Idrissa Diop(ntamas), Carneiro (percusión) y Claudio de Qeiroz (barítono), y Ernest Ranglin (guitarra). So Flute es una de mis favoritas y también la de Juanjo, y es que esta canción es el hit de Tourist, la canción más bailable del álbum. Los elementos van montados primera clase. Es la maleta de cuatro ruedas frente a la de dos. Un tema bailable que alcanzó un gran éxito y que hoy, personas como yo  seguimos rescatando de vez en cuando. Se mantiene en forma 17 años después.

Otros samples y canciones a destacar son las dos del productor reggae ScientistDangerous match one y en Laser Attack, dos temazos para los amantes del dub, ambos en Montego Bay Spleen. Una pieza de respeto absoluto al jazz, género protagonista. También destacar la elegancia de Sure Thin con un John Lee Hooker que susurra entre alguna guitarra del Delta. Por esa canción me van a pagar 10€ más Javi y Santini.

Y no quería que esto se convirtiera en una crítica aburrida en la que alguien habla todo el rato técnicamente de canciones una tras otra, pero este disco lo merece. Espero que escuchéis el álbum al completo mientras estáis en un aeropuerto o viajáis en autobús.

Yo lo volveré a hacer pronto y, además, ahora pensaré en Juanjo.

Míralo, no para de bailar.

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