Estos ricos son incorregibles

Me lo dijo Peter Zaremba¿Un nuevo punk? Si acaso, un punk de ricosLa frase se escondió el algún lugar perdido mi cabeza y esta mañana ha acudido a rescatarme. Ha irrumpido en mi salón con capa y antifaz y ha borrado de un manotazo todo lo que había sobre la mesa: un flexo, un cenicero, un libro, un vaso de leche, dos galletas Dinosaurio y un ordenador portátil. ¿Un nuevo punk? Si acaso, un punk de ricos. Peter Zaremba siempre tiene razón. El tema es que esta semana pisarán Murcia dos de las bandas más representativas del Punk De MentiraLos Nastys y Las Odio.

Los Nastys son unos madrileños muy enfadados que gritan cosas como ¡Dame, dame Jägermeister, dame, dame Jägermeister, dámelo! y están loquísimos. Los vi hace tres años y casi me da un síncope al ver a sus colegas. Entre calzoncillos Calvin Klein, Levis, zapatillas Nike, polos de Ralph Lauren y gorras con letras muy gordas de algo que no sé si es un grupo de sus correspondientes malotes angelinos o una marca que solo existe en Madrid, se volvieron locos y se quitaron las camisetas. ¡¡Tío, tío –decían sus miradas- que estamos en un concierto sin camiseta, igual nos detienen o algo!! Primera conclusión: pijos de Madrid que van de GG Allin por llevar zapatillas en bares en los que hasta las puertas llevan náuticos.

Tío, -oigo que decís- ¿pero no se supone que el rock and roll y el garage y el punk deben ser culturas inclusivas y que lo guapo es que cada uno camele como quiera camelar, lleve la ropa que lleve y venga de donde venga? Por supuesto. Lo feo es cuando vienen los de arriba a apropiarse de una manifestación de la clase obrera y, lo peor de todo, la vacían de los elementos que les echan peste. Ahí van, mírales: Los NastysThe HindsThe ParrotsLas Odio y mil más que versionan a gente como Billy Childish -¿en serio? ¿Las chicas guapas de la capital molando por conocer al dios de los atascados? ¿Alguien se lo traga?- y pasan toda una tradición de historias de pringados, pajeros con granos, más feos que hablarle mal a una madre, por el periscopio de Black Lips, que al menos tienen buenas canciones.

Su discurso tiene la misma complejidad intelectual que cocer pasta: O me va bien, o me emborracho. No hay más. Justo enfrente tienes a José Pazos (Futuro Terror) ardiendo por dentro cuando le preguntas las razones por las que lucha y escribiendo la canción que mejor retrata esta movida, la vena del cuello de Javi Molina (Juventud Juché) y su necesidad de escapar de cualquier receptáculo o Álvaro Fernández (Biznaga) reclamando una ciudad en la que morir. ¿La diferencia? Insultante. Los miembros del Punk De Mentira van de peligrosos y son más complacientes con el sistema que La Voz Kids. Son el porcentaje de suciedad -suciedad que se va con el aire- que permite la industria. Vacían de significado la única actitud frente a la vida que tiene sentido ahora mismo, son los que dicen libertad sí, pero no libertinaje, son Andrea Levy y los emoticonos para suavizar frases. Son lo peor.

¿Pero igual te está flipando, no? ¿Por qué todas las bandas tienen que tener complejidad intelectual? ¿No vas siempre diciendo que es mejor pasarlo bien que follar orejas? Pues sí, pues sí. Volvéis a tener razón, pero no del todo. Muchos miembros del Punk De Mentira dicen eso, que solo quieren pasarlo bien, que no les interesa la política, que los calcetines sí que son importantes, que blablablablala. Lo cierto es que tocan bien –demasiado bien, mi colega Nacho Pepsicolo dice que esa es otra de sus mentiras, ser los AntiRamones, ser el bien haciendo el mal en lugar del mal haciendo el bien-, pero entonces escuchas a Los Wallas o Salvaje Montoya y, joder, tampoco. Y no te digo nada si tiras del hilo y llegas a la Gran Banda Mamarracha: The Damned. Para qué contarte. Supongo que lo que quiero decir es que  los miembros del Punk De Mentira son Loquillo con otra ropa. Y claro: hay que dispararles antes de que lleguen al Cadillac.

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