Ed Maverick, Xiomara Fortuna, Zucchero y Vicente García: ¿Y SI TE DIBUJARAN UN PENE EN EL BRAZO? [La Mar de Músicas 2022]

Hay pocas verdades universales superiores a la respuesta que un hombre esboza si le dan un lápiz en la mano y la libertad de dibujar lo que quiera. El hombre, impelido por una divina responsabilidad para con su acervo, trazará con toda la fuerza y la carga histórica del imaginario colectivo, un falo y dos testículos. Da igual si es aquí o en Australia: la forma será la misma. Uno de los logros de la globalización invisible. Tengo un amigo que, harto de dibujar un pene desde el mismo plano contrapicado magnificando la erección, decidió empezar a la trabajar un plano frontal en reposo. Algo así como si un movimiento cultural recorriera el mundo restituyendo esos penes fantasiosos llenos de complejo por un homenaje al pene escultural clásico. Hace unos años, un grafitero cobardica, de esos que pintan sin decir quién son, dibujó un pene flácido de dos pisos en alzado junto a un colegio religioso. Tratando fatuamente de trascender políticamente, consiguió algo verdaderamente complicado: no conectar con nadie. El pene es un absurdo hogareño. Una simple pieza de arte que conecta los lugares y la gente. Entra a un baño, en la universidad, un bar, el trabajo; alguien estuvo allí, un anónimo que sin pretensiones y la mente vacía cifró un mensaje para que un igual respirara aliviado porque el mundo aún no había terminado de hundirse en la miseria espiritual.

No quería empezar esta crónica hablando directamente de otras grandes verdades como que el cambio climático está desatado, el rey emérito es un miserable y que este es el primer año desde la pandemia en que las viejas costumbres vuelven a la normalidad. Más que júbilo siento una tristeza constante. Nos pasa a los que recordamos con la amígdala más de lo necesario. En 2019, último año de Paco Martín, Diego y yo por un momento creímos que hacer reportajes era posible. El escenario que ofrece Cartagena por ser ella en sí misma una tierra rica y azotada, el festival más ecléctico con los mejores escaparates, el ambiente del público, el casero… Recorrimos las costas, los pueblos envenenados, los barrios marginales, las esquinas de los borrachos y de los yonquis. Simultaneidades: mientras unos conciertos suenan, la virgen del Carmen, patrona de los marineros, sale en volandas hacia los puertos del municipio. Su manto es una red de pesca y se pasea por las aguas bendiciendo la cría. Es hermoso ver confluir a jóvenes y ancianos abrazados por el rito, el calor, la humedad y la música. Pero es Cartagena. Tan bonita como horrenda donde la heroína se llevó por delante a media generación. En Portmán se llevan la virgen al club náutico, la semana que viene la pasearán por esa bahía donde si crece algo tiene más ojos que escamas. De vuelta a la ciudad, uno tiene la misma impresión admirando las fachadas apuntaladas. Dice mi amigo Ñaco que la Cartagena cantonalista tuvo la suerte de ser bombardea y reducida a escombros. De esa caída se levantó modernista, una joya que ni arreglan ni dejan caer, perpetuando ese halo decadente y hermoso inseparable a esta ciudad.

He pasado por casa de Diego a que me deje una cámara. No puede venir y me toca, además, hacer fotos. Lo odio. No te enteras de nada mientras embutes el ojo en la mirilla. Así que decido echar 3 ó 4 y que sea lo que Dios quiera. Xiomara Fortuna está plantada en la plaza del Ayuntamiento y por lo menos no se mueve mucho, o no todo lo que desearía ella. Empezó a los 26 su carrera y ya han pasado 38. La noto cansada. Se esfuerza por ser fuerte. Según Wikipedia (sí, acabo de donar 5€ a Wikimedia y tengo derecho a citarla) en la república Dominicana es conocida como la reina de la Fusión. Bueno, ñe… Si este es el reinado de la fusión prefiero que me gobierne Fernando VII. Va descalza. Recuerdo a una periodista hablando sobre Morcheeba que cuando una mujer se descalzaba sobre el escenario algo grande iba a suceder. Esta vez no. La “negrita come cocos” (como ella se hace llamar) solo tiene una pequeña llama de fiesta, y aunque sea de un ámbar bonito es muy pequeña. La banda rueda aunque me falta percusión, la guitarra a penas se escucha y la voz no se entiende. Cuanto más largo es el tema menos pueden sostenerlo. Menos fuerza le queda porque cada uno parece extrañamente el último. Creo que me ha parecido injustamente intrascendente, pero tampoco veo a nadie triste en la despedida. Una caña fresca con una tapa pasable.

En fin. Hablemos claro. Me encanta Ed Maverick. Llevo un año escuchándolo y me sé Eduardo [2021] de cabo a rabo. Dicho esto paso a hacer una crónica/crítica objetiva, pero antes quiero preguntarte algo, lector: ¿Te tatuarías una polla en el brazo? Hay gente que lo hace. “Googlea” y te acertarás. Trataremos en las siguientes letras de saber por qué lo hacen.

Bueno, el concierto ha comenzado tras entregarle al joven músico el premio Paco Martín del festival. Ed, humilde, se lía en su propio agradecimiento. Un momento tierno que uno espera que no se vuelva a repetir. Nos saluda con Hola, cómo estás, el mismo tema que abre su álbum; y entablamos conversación con Ensenada, siguiente tema del mismo álbum. Los clava. Suenan. Están presentes. Pero muy pronto, demasiado pronto, una chica saca una pancarta. Quiere subirse a cantar con su ídolo. Lo hace y esperamos unos 10 minutos a que se pongan de acuerdo. Demasiado. Van a empezar y la chica se traba varias veces. El público aplaude y Ed, le dice al público lo que tiene que hacer: no aplaudir. Primera moralina de la noche. Argumenta que son solo dos personas tocando sobre un escenario y no hace falta un plus de ánimo. Hay que normalizar. Yo lo entiendo, a mí también me exaspera ese aplauso, pero esa gente que ha pagado por verte lleva 10 minutos esperando a algo que le interesa más bien poco, y aun así hace el esfuerzo por que la chica se sienta cómoda y tú le chistas y le dices lo que NO tiene que hacer. Ay… Qué pereza. Esto va a volver a suceder, ¿verdad? La chica, emocionada se despide de él y le dice que se va a tatuar lo que le está dibujando el brazo. Él responde que no se siente cómodo con esa idea. El lenguaje dice mucho o casi todo de quien lo usa. Las nuevas generaciones ya no ven con buenos ojos atacar los temas, expresan lo que les ataca a ellos. Por eso se cambia un: por Dios, no lo hagas, por un, esto no me hace sentir bien. Mucha responsabilidad piensa él mientras el público se pregunta, ¿qué le habrá dibujado?

Diego, que no había venido al concierto, cuando volvíamos hacia el coche me preguntó: tío, ¿te imaginas que le hubiera dibujado una polla? Diego suele tener esas ocurrencias. Plantea situaciones absurdas que jamás se darían a no ser que los que las generan fueran trolls como él. Hay un disco de Ed Maverick en directo y en todas, TODAS las puñeteras canciones, lo primero que se oye no es un LA menor sino los gritos agudísimos de cientos de fans femeninas. Esto es que un simple gesto, un guiño, un pestañeo, provoca el ardor y éxtasis de las féminas. Y claro, Ed lleva una chaqueta y Ed está en julio en Cartagena y Ed tiene calor. Se la quita y los grititos aguditos se manifiestan. Él vuelve a decirle al público que no lo sexualice. Pobre Ed. Estoy de acuerdo, el público no debería sexualizar un simple cambio de vestuario, y ¿por qué lo ha hecho? Ay… Qué pereza. Ed y sus moralinas. Cada vez que corrige al público este se queda frío. Al igual que cuando coge la guitarra eléctrica e intenta hacer ruido. Veréis, los conciertos en los que te plantan un setlist igual al que hay grabado y con las mismas se van, deberían devolver el dinero de la entrada, pero esta deriva hacia el grunge ruidoso experimental es muy torpe. Armónicamente son de simples como un LA y un MI en bucle, o qué carajo, como el mecanismo de un botijo. Virtuosamente no hay habilidad por parte de ningún músico de la banda aunque en conjunto suenen muy bien. Ed Maverick tiene muchísimo talento, pero se equivoca al buscarlo aquí. Cuando acaban estos pasajes tratan de unir temas forzando los acordes al máximo, pero volvemos a un desconocimiento estructural del círculo de quintas. Ed tiene un pie en un escenario enorme y otro en su local de ensayo.

Siempre tuve la duda de si era un chico asolado por la tristeza o uno problemático. Sospecho que el que dedica su obra al desamor es porque no sabe amar. Antonio Gala dedicó su literatura a ello y acabó diciendo que su amor no valía para nadie. De igual modo los grandes escritores hablan de la adolescencia como la fase más dramática de la vida cuando para el común de los mortales significa descubrimiento, excitación, dolor y experiencia; plenitud en suma. Nos fiamos demasiado de personas de las que no sabemos nada. Ed Maverick es un prodigio. Ha devuelto a la canción de autor profundidad, pocas palabras pero certeras, discos concebidos como una obra completa, no poesías baratas sueltas apiñadas en una cinta en la que no cabe más intrascendencia. Ed Maverick tiene genio y es joven y torpe y temperamental y… su obra entra mejor cuando peor está uno, aunque lo manden callar. Entré queriendo tatuarme una polla contrapicada y erecta, y salgo con la mía frontal y flácida.

Zucchero es hortera, como todos estos artistas del siglo pasado que no han modificado su estilo ni un milímetro. Pero su banda es solidísima, tanto que llega a gustarme estar aquí plantado escuchando canciones que no me gustan.

En fin, por faltar gratuitamente es como si estuviera haciendo la digestión en su caravana y lo invitaran a tomar unas jarras de cerveza al pub del pueblo y acabara animándose a cantar y terminara borracho con un sombrero gigante de los Celtics de Glasgow.

Lo mejor del día fue en lo que menos confiaba. Vicente García. Sorpresas te da la vida. Este, como Xiomara Fortuna, iba descalzo, sin embargo aquí sí sucedió algo. Todos dicen que es el heredero de Juan Luis Guerra. Bueno, es muy osado aseverar eso. Con que sea heredero de sí mismo es suficiente pues ya dispone de un buen capital.

Nos vamos a la tercera jornada. La segunda fue ayer y fue preciosa. Este festival nunca defrauda aunque algunos artistas defrauden.

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